Un comedor terapéutico al que pacientes con trastornos de alimentación acuden como parte de su tratamiento y que permite a los médicos controlar su dieta y analizar su evolución. Este es el servicio, pionero a nivel gallego, que ofrece la Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña (Abac) y que se encuentra desbordado ante el aumento de la demanda. "Ahora hay 26 pacientes que acuden como mínimo una vez a la semana al comedor cuando solo tenemos 14 plazas", indica la directora de la entidad, María Ferreiro, quien recuerda que los problemas de espacio finalizarán cuando se inaugure en julio la nueva sede en el Barrio de las Flores.

Para los médicos, el comedor terapéutico es una de las partes más importantes de la terapia. "Es una forma de valorar la gravedad del paciente y ver los hábitos que tiene frente a la comida porque muchas veces lo que nos cuentan las familias no tiene nada que ver con la realidad", indica la presidenta de Abac, Marina Tallón, quien añade: "Estos pacientes son muy manipuladores". Cada paciente acudirá al comedor tantas veces como indique el nutricionista y psicólogo aunque una vez allí todos son iguales. "Todos comen el mismo menú, excepto que tengan una dieta por diabetes u otra patología, y la misma cantidad", indica Tallón. Lejos de ser un lugar de batalla en el que luchar porque los pacientes terminen lo que hay en el plato, desde Abac sostienen que no suele haber problema. "Saben que tienen que comérselo todo y al estar todos juntos es distinto, no suelen poner pegas. Además, están aquí de forma voluntaria, porque quieren curarse", indica Ferreiro.

El comedor es solo una parte de la terapia que reciben los 61 pacientes que ahora siguen el tratamiento en Abac. "Cada uno recibe atención nutricional, psicológica, psiquiátrica y terapia ocupacional para quienes no estudian ni trabajan", indica María Ferreiro, quien recuerda que las familias también forman parte de la terapia. "Ningún paciente logrará rehabilitarse si no se enseña a la familia qué debe hacer, a no dejarse engañar, etc.", añade Marina Tallón. La gravedad de los pacientes y las posibilidades de curación varían en función de cuándo llegan al tratamiento. "Hay adultos que llevan años con la enfermedad y que cuando vienen ya está cronificada y es más difícil solucionarlo y padres que a la menor sospecha ya envían a su hijas", indica Tallón, quien recuerda que el tratamiento de la anorexia es muy largo. "La media son unos diez años porque hay gente que abandona y luego vuelve", indica.

Desde Abac aseguran que el comedor terapéutico está desbordado porque el número de pacientes que pide ayuda a Abac no ha dejado de aumentar. Eso sí, ha cambiado el perfil. "Ahora ya no hay tantos casos de anorexia o bulimia puros sino trastornos de la alimentación no específicos que mezclan rasgos de los dos y que, por tanto, son más difícil de diagnosticar", sostiene Tallón. "Quienes hacen habitualmente dietas milagro tiene más riesgo de caer", añade Ferreiro. Por ello, Abac también cuenta con un servicio de asesoramiento nutricional destinado a prevenir estos trastornos en gente sana.