Es un problema de salud que afecta a un elevado número de personas y cuya repercusión es enorme tanto a nivel personal como laboral o sanitario. Los especialistas han iniciado una campaña de información y control sobre esta enfermedad que, según la OMS, es la segunda causa de ceguera en el mundo después de las cataratas y, lamentablemente, no está diagnosticada en la mitad de los pacientes.

Los datos son demoledores, pues se ha comprobado que puede progresar sin dar síntomas que alerten al enfermo hasta que la pérdida de campo de visión es de un 80% debido al daño que sufre el nervio óptico. La prevalencia es del 1,5 al 2% en mayores de 40 años, siendo más frecuente a partir de 60 y en la raza negra.

La presión intraocular normal es de 10 a 21 mm de mercurio y su aumento, asociado a lesiones en el nervio óptico y alteraciones del campo visual, provocan glaucoma, aunque existe una excepción en la que no se eleva la presión intraocular. Tampoco debemos pensar que por tener la tensión alta, vamos a tener elevada la intraocular ni padecer glaucoma.

Entre los factores de riesgo se incluye:

- Elevada presión intraocular

- Antecedentes familiares

- Edad mayor de 40

- Raza negra

- Varón

- Diabetes

- Miopía

- Pacientes con factores de riesgo cardiovascular isquémico

Se considera una lesión irreparable del nervio óptico que genera una pérdida progresiva de la visión que suele comenzar por la periferia del campo visual por lo que pasa inadvertida. Se conoce como el enemigo silencioso ya que el paciente no nota nada hasta que se produce una pérdida visual permanente e irreversible. Se describe como un grupo de enfermedades en las que la presión intraocular está lo bastante elevada como para afectar a la visión (excepto en el normotensivo). Puede clasificarse en:

- Primario: de ángulo abierto (el más frecuente) y de ángulo cerrado

- Secundario: neovascular, inflamatorio, pigmentario, congénito, etc.

El glaucoma primario de ángulo abierto se caracteriza porque es asintomático hasta fases avanzadas, provoca la pérdida progresiva e indolora del campo visual y se diagnostica tarde por lo que puede dejar ciego al paciente.

En el agudo de ángulo cerrado, el paciente refiere un dolor ocular de aparición súbita que se irradia a la órbita y al cráneo, acompañado de nauseas, hipotensión, vómitos y cefalea. La disminución de agudeza visual es dolorosa y en el ojo se ve hiperemia muy intensa y edema de córnea.

Los secundarios suelen serlo a inflamaciones intraoculares o a patología del cristalino.

En el neovascular se observa la aparición de nuevos vasos en el iris de los pacientes con retinopatía periférica proliferativa de pacientes con diabetes de larga duración (20 años) y puede asociarse a otras enfermedades.

El diagnóstico incluye:

- Exploración física con tonometría (toma de la presión en momentos diferentes), gonioscopia (exploración del ángulo con lentes especiales) y exploración de la papila óptica.

- Campimetría, permite explorar el campo visual pudiendo revelar cambios que hagan sospechar un glaucoma incipiente.

- OCT (tomografía de coherencia óptica) mide el estado de la capa de fibras del nervio óptico y el grado de excavación papilar.

- HRT (tomografía retiniana de Heidelberg), tomografía del nervio óptico que muestra si su forma es normal o patológica y permite su seguimiento.

Para su tratamiento contamos con varias opciones:

- Tópico con hipotensores. Se usan mióticos (pilocarpina), betabloqueantes (timolol), inhibidores de la anhidrasa carbónica (acetazolamida, dorzolamida), análogos de las prostaglandinas (latanoprost, travoprost), agonistas adrenérgicos (apraclonidina, brimonidina) en monoterapia. Combinaciones de dos fármacos en un solo colirio en proporciones fijas (dorzolamina y timolol, latanoprost y timolol, etc.)

- Laser/crioterapia (iridotomia YAG, trabeculoplastia laser).

- Tratamiento quirúrgico.

Aunque puede aparecer a cualquier edad y en cualquier persona, los que más riesgo tienen de desarrollarlo en uno o ambos ojos son:

- Mayores de 45 años que no se hayan sometido a un examen ocular en los últimos años.

- Quienes tienen antecedentes familiares de glaucoma, especialmente en familiares directos como padres o hermanos.

- Los que tienen una miopía elevada (más de 5 dioptrías) pues su nervio óptico es más susceptible a la lesión.

- Quienes tienen una presión ocular alta.

- Los que están sometidos a tratamiento con corticoides.

- Si se ha sufrido un golpe o traumatismo en el ojo.

- Pacientes con diabetes.

Es fundamental el diagnóstico en fases iniciales mediante controles oculares sencillos que evitarían el 95% de los casos de ceguera. Los mayores de 45 años deben acudir a medir su presión intraocular al menos una vez al año. Recomiendo realizar revisiones oculares bianuales a partir de los 40 años y anualmente en los casos de riesgo, personas con antecedentes familiares directos de glaucoma, alta miopía u otros problemas graves de visión y mayores de 65 años. El óptico-optometrista es un profesional de la salud visual primaria que dispone de lo necesario para detectarlo en sus fases iniciales. Acude a él y pide su consejo.