¿Se imaginan el periodismo sin periodistas? La posibilidad, afortunadamente, solo existe por ahora en la ciencia ficción, pero es, en buena medida, lo que nos proponen los llamados sistemas algorítmicos. Las informaciones encauzadas y servidas a partir de bases de datos avanzan porque alguien en internet está empeñado en adivinar lo que estamos buscando, lo que nos gusta y nos disgusta para ofrecernos noticias a la carta o teledirigidas. No existe nada tan antiperiodístico, tampoco que atente tanto contra la libertad de información; sin embargo, la llamada inteligencia artificial del Gran Hermano moderno empieza a proliferar como los hongos y supone ya una amenaza que atenta contra el espíritu crítico del lector.

Eli Pariser (1980), activista de internet y director ejecutivo de Upworthy, en su libro The filter bubble: what the internet is hiding from you (Penguin), advierte sobre las consecuencias que pueden acarrear las herramientas de personalización con que cuenta gran parte de los productos tecnológicos que ofrece la Red: Google o Facebook, entre ellos. A partir de esas herramientas nace "el filtro de la burbuja", al que alude Pariser. Las incursiones en internet y los puntos de vista que uno vierte en los servicios de noticias que, por ejemplo, Google ofrece, nutriéndose desaprensivamente del trabajo informativo de otros, el famoso buscador elabora unos datos sobre la personalidad del internauta que utilizará posteriormente para ir poniéndole en bandeja las noticias o los análisis que más le pueden agradar, como si en vez de información plural se tratase de darle a uno con el gusto musical.

Esta ultrapersonalización permite arrinconar al internauta, cuando la novedad o la capacidad de sorprender son elementos inseparables del buen periodismo. Suponga por un momento que acostumbra a manifestarse (haciendo clic) en una determinada dirección cuando se le plantean cuestiones sobre éste u otro asunto. Que es partidario, por ejemplo, de llamar orangutanes a los congoleños, igual que los dirigentes de la Lega Nord en Italia. El lector habrá demostrado entonces para la inteligencia artificial encargada de componer su personalidad un perfil racista que le llevará en adelante a recibir única y exclusivamente noticias relacionadas con el nacionalismo padano, en su plano más favorable, cuando se trate de la actualidad política de Italia. Obviamente, cualquiera capaz de considerar orangutanes a los congoleños tendría merecido un aislamiento informativo: no hay forma de recuperar para la pluralidad a alguien que se comporta de esa manera como un energúmeno. Pero saliéndonos de este ejemplo maximalista, hay muchos más cliqueos en los buscadores de noticias que pueden condenar al lector a la uniformidad informativa. Al igual que la publicidad, las noticias o los mensajes políticos circularán de manera polarizada: un futuro aterrador, como bien alerta Eli Pariser en su libro sobre el filtro burbuja de internet.

Un futuro tan espectral y peligroso desde el punto de vista del periodismo y de la libertad de información como el que nos plantea Narrative Science, utilizado por Forbes y artífice de un software que, basándose en el análisis de datos financieros, es capaz de transformarlos, mediante un algoritmo, en artículos periodísticos que podrían parecerse a los escritos por un periodista. Lo más inquietante del robot es que no sólo puede presentar en tiempo real diferentes versiones de una misma historia sino también escribir textos con tonos y estilos diferentes dependiendo de la audiencia a la que se dirija. Si el presente está resultando difícil para los medios de comunicación por la incertidumbre económica y tecnológica, no querría saber uno adónde se dirige el oficio de contar historias en el futuro.

El cofundador de Narrative Science, Kris Hammond, profesor de Informática y Periodismo en la Universidad de Northwestern, se mostró orgulloso de su software y, algo ufano, predijo que una máquina dotada de estas características podría obtener el premio Pulitzer en un plazo de cinco años. Narrative Science trabaja para las compañías de web marketing que se lucran con los datos de los consumidores y, a la vez, elaboran con ellos un perfil ultrapersonalizado para suministrarnos una información al gusto de cada uno. Sin embargo, resultaría imposible esperar de este programa un análisis concienzudo de la situación política española, por poner un ejemplo, o uno de esos reportajes o historias arrancadas de la vida que han caracterizado a los grandes reporteros a lo largo de la historia del periodismo. No creo, por tanto, que Narrative Science, invento ciberliterario, vaya a ganar el Pulitzer, pero su presencia inquietante ejemplifica un microperiodismo automatizado y un peligroso sesgo de autoconfirmación frente a la noticia plural y la libertad informativa.