Se llaman Klauss y Nikol, y su olfato canino les permite encontrar cadáveres sumergidos bajo el agua aunque estén a 50 metros de profundidad. Y son los únicos perros entrenados para este trabajo en España.

Los dos canes pertenecen al Servicio Cinológico de la Guardia Civil, único cuerpo con perros especializados en la detección de cadáveres bajo el agua, concretamente dos con sus respectivos guías, que desde diciembre de 2012 ayudan al Grupo Especial de Actividades Subacuáticas (GEAS).

Esta especialidad se creó a raíz del caso de Marta del Castillo, ya que para buscar en el río Guadalquivir el cuerpo de la joven sevillana, asesinada en enero de 2009, tuvieron que desplazarse desde Holanda unos canes entrenados para este cometido.

Hoy, ocho meses después de su puesta en marcha, Klauss y Nikol han participado exitosamente en varias búsquedas, como la de un joven en el río Pisuerga a su paso por Valladolid el pasado mes de abril y la de una joven que cayó a una presa en Sevilla en junio.

No importa mucho el viento ni las condiciones del agua, ya que el olfato de Klauss y Nikol, y el entrenamiento al que les someten sus guías les permite oler los cuerpos y marcar la zona del pantano, río, embalse, presa o poza en el que estén.

Lo único que no pueden hacer es encontrar en el mar, debido a las características de este elemento.

"El agua puede esta turbia, puede hacer viento, corriente... Da igual, el perro huele, aunque dependiendo de esas circunstancias puede marcar más cerca o más lejos", explica el cabo primero José Luis Sedeño Hormigos, guía de Klauss.

La condición es que el cadáver haya comenzado a descomponerse, lo que ocurre unos días después de su inmersión.

Por eso, estos perros entran en acción cuando los buzos del Grupo Especial de Actividades Subacuáticas llevan varios días buscando sin éxito, y su objetivo es acotar la zona de rastreo.

"En un pantano que puede medir miles de metros cuadrados, acotar la zona de búsqueda a cien metros reduce el trabajo considerablemente", relata Sedeño, que destaca que hay ocasiones en las que los perros acotan una zona de solo 15 o 20 metros.

Klauss es pastor belga malinois de dos años y medio, y Nikol un pastor alemán de cinco, y ambos son entrenados de una forma peculiar, muy distinta al del resto de perros del Servicio Cinológico que detectan drogas, explosivos, dinero o personas desaparecidas.

Al contrario de lo que ocurre con el resto de especialidades y subespecialidades, el incentivo de estos canes no es el juego, sino algo más primario como la comida, la propia supervivencia.

Así, en lugar de darles como recompensa un rodillo de tela o cualquier otro juguete, el cabo Sedeño y su compañero José Carlos Monfort les dan carne de cerdo, como por ejemplo panceta.

"Para ellos es su comida", relata el guía, que explica que la carne de cerdo en descomposición es similar a la humana en un 90%.

Obviamente, la legislación española no permite el uso de restos biológicos para entrenamientos ni prácticas policiales o militares.

Los dos guías y los dos perros de esta subespecialidad entrenan durante todo el año, aunque haga mal tiempo, para estar preparados cuando son más solicitados: en verano, momento en el que más personas acuden a ríos, embalses y pantanos.

Su satisfactorio trabajo ha hecho que la Guardia Civil acceda a ampliar los miembros de esta subespecialidad, que próximamente contará con dos guías y dos perros más.

El Servicio Cinológico y Remonta del instituto armado cuenta con 400 guías repartidos por toda España que son apoyados por los 50 que trabajan en la Escuela de Adiestramiento de El Pardo (Madrid) y cuenta con un total de 500 perros.

Desde la creación del servicio en 1982 trabajan en tres grandes especialidades -Seguridad y Rescate, Detección de Drogas y Detección de Explosivos- aunque se van añadiendo subespecialidades como la de cadáveres sumergidos, dinero, acelerantes de incendios, cebos envenenados o armas.

En la Escuela de Adiestramiento de El Pardo se forma tanto a los guías como a los canes, en unas amplias instalaciones permiten entrenar convenientemente a los canes desde que tienen un año, siempre que cuenten con unas determinadas características físicas y mentales, como equilibrio, fortaleza y constancia.