No ver ya no supone ninguna limitación a la hora de formarse. Si hasta finales de los 80 los alumnos invidentes tenían que estudiar en colegios específicos -Galicia albergó el segundo centro de este tipo que se abrió en España-, desde entonces estos estudiantes se escolarizan en centros ordinarios. Los colegios para ciegos se han visto obligados a reinventarse y ahora se encargan de facilitar todo tipo de recursos educativos -desde material escolar en braille o nuevas tecnologías hasta profesores de apoyo- a niños con problemas visuales. En Galicia, el Centro de Recursos Educativos (C.R.E.) -con sede en Pontevedra- es el encargado de ayudar a escolares invidentes de toda la comunidad, Asturias y Cantabria. Solo el pasado año atendieron a 370 estudiantes, según los datos facilitados por la ONCE.

La ayuda a los niños invidentes se inicia desde su nacimiento. "El centro atiende las necesidades desde que son bebés hasta que finalizan la universidad", indica el director del C. R. E. gallego, José Ángel Abraldes. "Hasta que tienen tres años la formación es conjunta a familias y niños. En el caso de los pequeños se les ayuda a caminar, a aprender a protegerse de caídas o escaleras, a estimular otros sentidos como tacto u oído, a reconocer su cuerpo, a manejar las nuevas tecnologías, etc.", señala.

Una vez escolarizados, la ONCE facilita desde profesores de apoyo hasta material a los pequeños con problemas de visión. "Se trabaja con ellos con el objetivo de que al llegar a ESO sean lo más autónomos posibles", indica Abraldes, quien recuerda que el centro cuenta con una red de docentes de apoyo -el 75% dependen de la ONCE y un 25% de la administración- que suelen acudir dos veces por semana al aula del estudiante. "Su labor es intermediar entre el docente habitual del alumno y este por si hay algún problema y ver qué contenidos o material va a necesitar el alumno en los próximos días para facilitárselo", indica Abraldes. El profesor habitual le indica al de apoyo ejercicios, temas o fichas que este tenga que realizar para que se le faciliten al estudiante en lenguaje braille. "Lo mismo ocurre con los exámenes, el profesor nos lo remite y así se los podemos transcribir para que el alumno los haga en igual de condiciones que sus compañeros", indica.

El día a día en el aula y la dinámica a seguir depende del problema de visión del alumno. "No es lo mismo un niño con un resto visual que le permite hasta leer que alguien que no ve nada", indica Abraldes. A la hora de hacer un examen, por ejemplo, los alumnos invidentes tienen varias opciones: una prueba oral, hacerlo en braille y que después el alumno o el profesor lo transcriba a tinta o realizarlo con el braille speak -un pequeño aparato que permite que el niño escriba en braille, pero imprime el documento en tinta-. Lo mismo ocurre a la hora de tomar apuntes. "Hay quien usa un ordenador o la máquina de escribir en braille, pero es bueno no optar sólo por un método. No conviene solo apostar por un único camino que puede resultar muy fácil. No hay que perder la lectoescritura en braille o tinta", señala Abraldes.

Más allá del apoyo en el aula, una de las tareas más importantes del equipo de los C.R.E. de la ONCE es transcribir los libros de texto y el material didáctico (mapas o fichas) al braille para el estudio y manejo de los alumnos sin visión. Una tarea nada sencilla. "Lo ideal sería saber en enero los libros que en niño necesitará el próximo curso, pero hay colegios que hasta junio no facilitan estos datos", indica Abraldes, quien recuerda que se precisan al menos dos meses para cada libro. A la falta de tiempo se une el hecho de que no hay unanimidad en los colegios y cada uno cuenta con un libro diferente. El coste de pasar al braille un libro es de unos 6.000 euros (en el caso de los de ESO, por ejemplo) aunque para los niños con los que trabaja la ONCE "es totalmente gratuito". Al llegar a estudios superiores, la transcripción al braille se sustituye por la grabación de libros. "El braille ocupa mucho espacio, la grabación con voz es más práctico", indica Abraldes. Solo el año pasado, el C.R.E. gallego pasó al braille 528 libros de texto y grabó otros 146 manuales. A ello hay que sumar el préstamo temporal -durante el periodo lectivo que lo precise- de material específico para gente con problemas de visión como lupas televisivas o máquinas de braille.

Galicia, pionera en formar a invidentes

La ONCE nacía en diciembre de 1938 con dos objetivos principales: que las personas invidentes pudiesen ganarse la vida para ser lo más autónomas posibles (de ahí la creación del cupón) y que pudiesen acceder a la educación como el resto de la población. Es entonces cuando la entidad crea colegios específicos para formar a personas con problemas visuales. Madrid acogió el primer centro de estas características y Galicia, el segundo que existió en España. "Abrió sus puertas en 1943 en Pontevedra y a él venían niños de todo el norte de España hasta que progresivamente se fueron abriendo otros en Sevilla o Barcelona", indica José Ángel Abraldes, director del Centro de Recursos Educativos de Pontevedra, antiguo colegio para ciegos.

En este centro, que no fue mixto hasta 1977 y en donde los alumnos vivían internos, los pequeños aprendían braille y cursaban las diferentes etapas de la enseñanza obligatoria de la época. La formación era totalmente gratuita para los afiliados a la ONCE. A finales de los años 80 estos colegios específicos se convierten en centros de recursos e incorporan en sus servicios el apoyo a la integración escolar en colegios ordinarios. En 2001 se suprime definitivamente el colegio específico.

Eso sí, el centro gallego aún alberga las pruebas de selectividad para personas invidentes. "Para estos alumnos hay más flexibilidad de tiempo ya que al abrir los exámenes tienen que elegir entre dos opciones y o bien se les lee el examen o se le transcribe para que seleccionen cual hacen", indica Abraldes. Además, el centro ofrece, fuera del horario lectivo, clases de refuerzo de algunas materias (inglés, dibujo técnico o matemáticas) y forma a profesores que tienen alumnado de este tipo en sus centros.