Iniciar un complejo procedimiento, invertir una importante suma de dinero y viajar al otro lado del Atlántico. A todo eso están dispuestos los cerca de medio millar de españoles que, cada año, deciden ser padres a través del sistema de gestación subrogada o por sustitución, conocido popularmente como vientres de alquiler. Esta técnica de reproducción asistida, prohibida en España y en la mayoría de los países de la Unión Europea -en Reino Unido, por ejemplo, sí está permitida, pero solo para ciudadanos de ese país o residentes, y sin contraprestación económica-, es, para algunas personas, la única posibilidad de formar una familia. Por ello, no dudan en trasladarse, en su mayoría, a alguno de los ocho estados de EEUU donde este procedimiento es legal y está completamente normalizado, principalmente a California -la meca de la gestación subrogada-, y cumplir con un estricto y costoso protocolo -puede llegar a alcanzar los 120.000 euros- para ver realizado su sueño de tener un hijo.

La gestación subrogada o por sustitución es una forma de reproducción asistida en la que, además de los futuros padres, participa una mujer que es quien se encarga de gestar el embrión. Este embrión puede ser el resultado de una inseminación artificial o de una fecundación in vitro y los gametos pueden proceder de uno de los progenitores y de una donación, de los dos progenitores, o de donaciones". "Este método de reproducción es una solución para personas que, de otra manera, no podrían ser padres, porque tienen problemas físicos o de salud que les impiden gestar o, en el caso de las parejas homosexuales, porque en la mayoría de los países no se les permite adoptar", explica la gallega Marta López Abeledo, presidenta de la Asociación por la Gestación Subrogada en España (http://gestacionsubrogadaenespaña.es), organización que recoge firmas para llevar al Congreso una iniciativa legislativa popular (ILP) a favor de la legalización y regulación de esa técnica en el país. "Nuestro objetivo es que todas las técnicas de reproducción asistida tengan el mismo tratamiento en la normativa española", remarca Marta.

Y es que, en España, la gestación subrogada es ilegal o, mejor dicho, alegal. "La Ley 14/2006, de 26 de mayo, de Técnicas de Reproducción Humana Asistida establece en su artículo 10 que 'el contrato por el que se convenga la gestación, con o sin precio, a cargo de una mujer que renuncia a la filiación materna a favor del contratante o tercero es nulo de pleno derecho", explica Ana Miramontes, abogada coruñesa especializada en subrogaciones y adopciones, quien lamenta que, "como en otras ocasiones, la legislación vaya por detrás de las necesidades de la sociedad". "Se niega a ciertas personas que desean ser padres y no pueden serlo de manera natural o mediante adopción, la posibilidad de tener hijos", critica esta experta.

La gestación subrogada o por sustitución se conoce popularmente como gestación mediante vientre de alquiler, una denominación que los defensores de su regulación en España rechazan. "No necesariamente ha de haber contraprestación económica", sostiene Marta López Abeledo, quien asegura que la mujer que gesta al futuro bebé "aporta mucho más que su útero". "Se implica física y emocionalmente. En todas las leyes que regulan esta práctica, se le exige que goce de buena salud y que tenga hábitos de vida saludables", indica la presidenta de la Asociación por la Gestación Subrogada en España, e insiste: "Los vientres no se alquilan como tampoco se alquilan las personas; otra cosa es que la mujer que va a llevar a cabo la gestación pueda ser compensada por el procedimiento médico al que se somete: los trastornos que le puedan ocasionar el embarazo, las múltiples revisiones y pruebas que se tendrá que hacer, el parto, el tiempo que va a estar sin trabajar, etc.", señala. En la misma línea, Ana Miramontes apunta: "Tiene que haber una necesidad, un problema de infertilidad claro o una imposibilidad legal para adoptar -en el caso, por ejemplo, de las parejas homosexuales- para autorizar ese paso. Nadie recurre a esta técnica por un simple capricho. Es siempre la última opción", recalca.

Ángel y Miguel, residentes en A Coruña, recurrieron a la gestación subrogada en el 2009. Contactaron con una clínica en San Diego (California), eligieron a una donante de óvulos y los fecundaron con muestras de su semen. La gestante, Jessica, tenía entonces 29 años y ya era madre de tres hijos. No hace falta preguntarles si la experiencia de la paternidad a través de esta técnica les ha valido la pena. "Estamos encantados con nuestras niñas", subrayan. Y es que, casi cinco años después de iniciar el procedimiento, son padres de familia numerosa. "Podíamos hacer hasta cuatro inseminaciones y, por desgracia, fallaron los tres primeros intentos así que, por sugerencia del médico, lo intentamos con los tres embriones que quedaban y engancharon todos, por lo que al final tuvimos trillizas", explican.

Ángel y Miguel destacan "la elevada profesionalidad y el rigor de todo el proceso en EEUU", donde son necesarios varios contratos y un acuerdo ante el juez con la donante, la gestante, los médicos...". "Está tan normalizado que no cabe la posibilidad de que se produzcan problemas de tipo legal durante el proceso, ya que todo queda perfectamente atado en el contrato", insiste la pareja, y remarca: "Tanto los futuros padres como las gestantes eligen, algo que es completamente lógico", ya que entre ambos se va a crear una relación muy estrecha y es importante que haya feeling.