Las nuevas tecnologías dominan su día a día -para socializar, consumir o informarse-, prefieren un trabajo que les guste antes que un buen salario, son muy sociables, les preocupa conservar el medio ambiente, dan mucha importancia a su autonomía y pese a ser la generación mejor formada de la historia, la mayoría no podrá hacer frente a una hipoteca. Son los jóvenes nacidos entre 1981 y 1995, bautizados como millennials, una generación con una forma de ver la vida diferente a la de sus padres, lo que se traslada a cada una de sus acciones: desde la planificación de su futuro (menos matrimonios o pisos en propiedad) hasta su consumo cotidiano (grandes consumidores, poco fieles a las marcas y con demanda de un mayor feedback entre empresa y cliente). Solo en España hay casi ocho millones de millennials -450.000 en Galicia-. Un suculento pastel para las empresas que ya buscan nuevas fórmulas para atraer a este público.

Quienes ahora tienen menos de 33 años representarán el 75% de la mano de obra mundial en 2025. Sin embargo, se trata de una generación a la que se le tacha de malcriada, querer todo de forma inmediata o no saber lo que cuesta conseguir las cosas, algo que no comparten expertos gallegos. "Es un error generalizar y decir que los jóvenes de hoy no se esfuerzan o que hay una crisis de valores. Ellos son el futuro y entre otras ventajas tienen el optimismo, una forma menos dramática de ver la vida que sus mayores", señala el catedrático de Sociología de la Universidade da Coruña José Luis Veira. "Desde algunos sectores hay una tendencia a demonizarlos porque han crecido sin que les falte de nada. Se les critica por estar muy seguros de sí mismos, pero es algo que ha pasado siempre. Nuestros padres nos decían a nosotros que si nos esforzábamos menos, nuestros abuelos a ellos...", añade Jesús Pérez, profesor de Publicidad de la Universidade de Vigo.

La principal característica de los millennials es que son nativos digitales. Un estudio de Telefónica revela que el 76% posee un smartphone, el 83% reconoce que dominar la tecnología es fundamental para encontrar un trabajo y el 69% cree que estos medios "ayudan a todo el mundo". Una tecnología que, según los expertos, mejora la comunicación y les hace mucho más sociables que las generaciones anteriores. "La revolución digital va a cambiar la forma de trabajar, la vida cotidiana. Es algo tan importante como el invento de la imprenta", indica Veira, quien solo ve ventajas en la llegada de las nuevas tecnologías. "Como todo tienen sus riesgos, pero en general son muy positivas", señala. "El móvil es su herramienta para socializar, informarse, consumir y esto hace que otro de sus rasgos sea la ubicuidad, quieren estar atentos a varias cosas a la vez y en tiempo real", añade Pérez.

Otra diferencia con sus padres es el modo de enfrentarse al mercado laboral. "Esta generación valora mucho el disfrute, el entretenimiento incluso en el trabajo y busca un empleo en el que estar a gusto", indica Jesús Pérez. "Son menos materialistas que otras generaciones. Prefieren trabajar en algo que les interesa, donde están bien con sus compañeros antes que en otro puesto aunque cobren menos", añade José Luis Veira, quien resalta también otros cambios: "Hay un menor seguimiento de las religiones -el 51% se considera menos religioso que sus padres, según el estudio de Telefónica-, son más permisivos con valores morales en temas como el aborto o la homosexualidad y le dan mucha importancia a la autonomía y la libertad". A nivel político, siguen la línea de sus padres. "Perduran valores como la democracia y al igual que los mayores sienten cierta desconfianza por los políticos", indica Veira. Los datos le dan la razón: un 79% de los millennials españoles cree que su Gobierno "no refleja los valores y creencias de la juventud", según el informe de Telefónica.

Unas características que dibujan una personalidad distinta a la de generaciones anteriores y que, por tanto, modifica también sus hábitos de consumo. A la hora de comprar, los millennials también tiene rasgos propios. "Han nacido en una época en la que no les faltó de nada y por ello son muy activos a nivel de consumo", señala Jesús Pérez, que resalta que estos jóvenes no son muy fieles a las marcas, "excepto a aquellas con las que se sienten reflejados, que creen que se identifican con los millennials como puede ser Facebook, Apple o ciertas marcas textiles", señala Jesús Pérez. Precisamente convertirse en atractivos para ellos es el reto ahora de muchas marcas. "Las redes sociales son la clave. Forman parte de su día a día y valoran que se les escuche y poder preguntar dudas, obtener información", indica el experto en Publicidad Jesús Pérez, quien asegura que no "sirve de nada trasladar el discurso de la empresa del folleto al Facebook, esto no será eficaz".

La generación mejor formada de la historia, se enfrenta a un futuro laboral inestable, con sueldos bajos y donde el paro obliga a muchos a coger las maletas para buscar empleo en otro país. Una situación que ha provocado que desde algunos sectores se haya bautizado a los jóvenes españoles de menos de 30 años como la generación perdida. Una etiqueta que rechaza tajantemente el sociólogo José Luis Veira. "Soy contrario a poner etiquetas porque suelen ser erróneas y no se ajustan a la realidad. No se puede hablar de una generación perdida porque habrá de todo y los jóvenes son muy optimistas y fuertes. También se podía haber dicho que los jóvenes de la posguerra que vivieron una dictadura eran una generación perdida", señala este catedrático de la Universidade da Coruña.

"Nunca hubo una generación tan bien formada, la mayoría son universitarios y tienen una actitud ante la vida más relajada, más positiva que generaciones anteriores", indica Veira, quien reconoce, sin embargo, que "la movilidad social ascendente sí se ha frenado".

"Son unos jóvenes que difícilmente van a superar el estatus alcanzado por sus padres, pero es algo que iba a pasar incluso aunque no hubiese esta crisis", señala este catedrático, quien señala que los jóvenes "son conscientes y luchan para que las cosas cambien".

Veira tampoco cree que la juventud actual sufra una crisis de valores. "Es mentira, el problema está en que los valores que persiguen no los alcanzan", señala.