Y qué bien nos viene sudar! Es fundamental, pero lo desagradable es la percepción olfativa de los que tenemos alrededor, es decir, el olor corporal que desprendemos y que puede resultar incómodo para ellos y para nosotros. Ese olor depende no sólo de la transpiración, sino también del sebo cutáneo, restos lipídicos de la piel y moléculas resultantes del metabolismo de alimentos (ajo, cebolla, pimiento, especias, etc.), medicamentos (tratamiento para el alcoholismo, etc.) e incluso ciertas patologías (diabetes, etc.) que desprenden aromas que contribuyen a su desarrollo.

La transpiración es un proceso fisiológico normal que sirve para eliminar toxinas, mantener el pH del cuerpo, estabilizar la temperatura corporal, humectar la capa córnea, etc., y resulta imprescindible para lograr el equilibrio perfecto de nuestro organismo. El sudor participa en este proceso al ser liberado por las glándulas sudoríferas existentes mayoritariamente en axilas, ingles, plantas y dorsos de los pies, zonas en las que las condiciones son óptimas para el desarrollo de bacterias saprófitas que lo degradan y provocan esos olores desagradables que deseamos evitar.

Para eliminar el olor corporal, se pueden seguir tres caminos: una buena higiene, para eliminar o evitar la degradación del sudor; la desodoración, para evitar o enmascarar el aroma causado por la degradación del sudor; y la antiperspiración, para evitar la producción de una sudoración excesiva.

Podemos aumentar la eficacia de la eliminación del mal olor si seguimos habitualmente estos sencillos consejos:

-Realizar una higiene frecuente no agresiva que elimine la suciedad sin alterar el pH dérmico y la flora beneficiosa de la piel. No es necesario usar un jabón fuerte, ni mucha cantidad, ni por todo el cuerpo, ni agua demasiado caliente, etc. Lo mejor es ducharse con agua templada, usando un gel natural que respete el pH de la piel sólo en las zonas sucias y secarse adecuadamente, sin que queden restos de humedad ni siquiera entre los dedos de los pies.

-Aplicar desodorantes naturales con pocos aromas y sobre la piel limpia y seca. Los hay específicos para cada zona y así deben usarse. A quienes les huelen los pies les recomiendo aplicarlo también dentro de los zapatos.

-Cambiarse totalmente la ropa a diario. Lo mejor es comprarla de materiales naturales y transpirables (como el algodón) que mantienen la piel seca y sana porque absorben el sudor y no alteran la estructura dérmica.

-No repetir zapatos dos días consecutivos; debes ponerlos a secar hasta que se evapore el sudor que tienen acumulado aunque no lo veamos. Evitar que sean cerrados y no transpirables y, si usas deportivos, desátalos y ábrelos al máximo para que sequen.

-Reducir el consumo de bebidas estimulantes de la producción de sudor como café, cerveza, etc.

-Evitar las comidas abundantes, saladas y con especias que favorecen el acúmulo de sustancias volátiles malolientes en el sudor.

-Cuidar el estrés. Las personas ansiosas y preocupadas comentan que en situaciones de tensión emocional empapan la camisa. Es una reacción normal relacionada con la liberación de adrenalina.

Los desodorantes se presentan en variadas formas cosméticas, lo que facilita su elección en función de las necesidades del usuario: barras, sticks, cremas, roll-on, aerosoles, toallitas de un solo uso, etc. Cada laboratorio prueba nuevos productos para alcanzar a un mayor número de consumidores, y aunque su eficacia real no tiene relación con la forma de uso, sí es verdad que cada uno prefiere un método distinto por comodidad, facilidad de aplicación, etc. Lo mismo ocurre con los aromas, pues muchos usuarios prefieren que no tenga olor y otros quieren que coincida con la colonia que llevan y compran todos los cosméticos de la misma marca.

Cuando el exceso de sudor se convierte en un problema, debemos acudir a un especialista que nos indicará la necesidad de utilizar -o no- compuestos antiperspirantes que reducen la cantidad de sudor expulsada al exterior. Su composición está basada en la presencia de sales (de aluminio, zirconio, zinc, etc.) que reducen el flujo creando una fina capa de gel sobre las glándulas sudoríparas, disminuyendo la cantidad de sudor durante horas. No manchan, no se notan y no huelen mal, pero deben ser recomendadas para cada caso específico. No los utilices sin el asesoramiento de un profesional. No sufras; tiene solución.