La muerte de una supernova es algo insólito: una luz brillantísima es su particular saludo de despedida. Cuando una estrella que pesa como mínimo 40 veces más que el sol explota en su último estertor, tiene los días contados. Posee entonces un brillo millones de veces mayor que antes, como el de toda una galaxia, y puede ser observable hasta un mes. Ese fenómeno y en directo es lo que acaba de grabar el potentísimo satélite Gaia. Imágenes que atestiguan un fenómemo estelar ocurrido hace unos 500 millones de años.

El satélite Gaia, lanzado con éxito el 19 de diciembre de 2013, ha descubierto su primera supernova a partir de las observaciones efectuadas sobre un cuerpo celeste que comenzaron el pasado 30 de agosto. Las observaciones espectrofotométricas del mismo satélite y el seguimiento que se ha hecho desde observatorios terrestres han confirmado que se trata de la explosión de una supernova del tipo Ia a 500 millones de años luz de distancia, según aseguran desde las instituciones implicadas.

Desde el equipo gallego que se encarga de codificar y clasificar datos de la misión -el Laboratorio de Aplicaciones de la Inteligencia Artificial de la Universidade da Coruña, con colaboración de la astrofísica de la Universidade de Vigo, Ana Ulla- explican cómo se suele actuar en estos casos: "La observación de un aumento repentino de la luminosidad de este cuerpo celeste (en un factor 6) activa el sistema de alertas".

El experto del Observatorio Astronómico de la Universidad de Varsovia (Polonia), ?ukasz Wyrzykowski, lo describió así: "Pensamos que se trataba de una supernova pero nos hacía falta tener más pistas para confirmar este hallazgo". Así que para confirmar la naturaleza de la supernova, los astrónomos complementaron los datos del satélite Gaia con otras observaciones basadas en los telescopios. "Esta es la primera supernova de lo que esperamos que sea una serie de grandes descubrimientos de la misión Gaia", destaca Timo Prusti, investigador de este proyecto emblemático.