Qué es lo primero que hacemos todos nada más entrar en Facebook? Mirar al lugar en el que aparecen las notificaciones que recibimos. ¿Y en Twitter? Lo mismo. ¿Y en Linkedin? ¿Y en Instagram? ¿Y en Pinterest? Más de lo mismo.

Las redes sociales manejan nuestro narcisismo como nadie. Esas notificaciones nos traen de cabeza. No conozco a nadie que sea capaz de salirse de una de estas redes sociales sin pinchar para ver de qué es esa notificación. Pasa lo mismo con WhatsApp. Cuando el móvil nos avisa de que tenemos un mensaje allá vamos como posesos como si no hubiese mañana.

Pero no tiene nada de malo alimentar nuestra vanidad. "No pasa nada si la gente piensa que eres Dios, el problema viene cuando empiezas a creértelo", recuerda el gurú de liderazgo John Baldoni.

¿Las redes sociales sirven para alimentar nuestro ego? Claro. ¿Y es negativo? Pues no. Otra historia es que estemos más pendientes de nuestra vanidad en las redes sociales que de otra cosa. Hasta existen aplicaciones que miden nuestra influencia en internet.

Hace unos meses apareció una lista con los periodistas gallegos más influyentes en redes sociales. No hubo tortas, pero casi, porque unos salían y otros no. Las casi tortas, claro está, las ofrecieron los segundos. Hay determinadas profesiones con un alto grado de narcisismo.

Redes sociales como Facebook, Twitter o Instagram se han convertido en una enciclopedia de la belleza. Por allí aparecen a patadas las fotos de los hijos de nuestros contactos, guapísimos y monísimos todos; contamos con todo detalle lo altos y guapos que somos; lo bien que nos lo estamos pasando en las vacaciones o publicamos la foto del último tomate rojísimo y grandísimo que nos ha salido en el huerto y que hemos plantado con nuestras manitas.

Cada día, elaboramos en las redes sociales una pequeña novela de nuestra vida. Intentamos presumir sobre nuestra imagen, sobre nuestras opiniones o sobre nuestras experiencias o, incluso, sobre lo que no tenemos pero nos gustaría tener. El narcisista ha encontrado un nuevo escenario en la red.

¿Y qué me decís de las egobloggers de moda? Eso sí que es vanidad en estado puro. Si hasta su propio nombre lo dice. Pero tampoco es malo. A mí me hubiese gustado ser una egoblogger de esas, con lo guapísimas y monísimas que salen todas, pero llegué tarde al reparto. Una pena. Si hasta unas cuantas cobran un pastón y viven de ello.

Un estudio de la Universidad de Michigan -que bien queda citar un informe de esos que casi nadie ha leído- revela que Facebook y Twitter aumentan el narcisismo de las personas. Tampoco hacía falta mucho estudio para llegar a esta conclusión. Con revisar cualquiera de nuestros perfiles se habrían ahorrado bastantes horas de análisis.

¿Y la última moda de los selfies? Eso sí que es el súmmum del egocentrismo. ¿Qué hay más vanidoso que hacerse un autorretrato y publicarlo en las redes sociales para que lo admire todo el mundo? Y si sales con los morritos, ya ni te cuento.

Otro estudio, este de la universidad holandesa de Wageninge, ha llegado a la conclusión de que los selfies reflejan una falta de autoestima, seguridad y? sexo. De las 800 personas analizadas, más del 80% no tenía una vida sexual activa. Claro, no la tienen por falta de tiempo. Se pasan todo el día sacándose fotos con el móvil.

Os dejo que tengo que hacerme un selfie de esos.