Pionero a nivel estatal en dedicarse a la arqueología con carácter científico allá por finales del siglo XIX y responsable del descubrimiento de más de 270 túmulos -enterramientos típicos de la edades de Piedra, Hierro y Bronce- y 29 castros entre As Pontes y Estaca de Bares, el coruñés Federico Maciñeira (Barqueiro, 1870-Ortigueira, 1943) fue mucho más que un arqueólogo autodidacta. "Fue uno de los primeros etnógrafos de Galicia, de los promotores del Museo do Pobo Galego, político y, pese a venir de una buena familia, siempre fue un gran defensor de los agricultores", señala José Manuel Suárez, que acaba de publicar la obra Federico Maciñeira y Pardo de Lama. Su vida y época con el objetivo de visibilizar la "gran labor" que realizó este coruñés y darle el reconocimiento que, sostiene, no se ha dado a "uno de los gallegos más importantes de su época".

Hijo de Vicente Maciñeira y Escolástica Pardo de Lama -XVII Señora da Torre da Lama-, Federico fue un verdadero autodidacta que resaltó en diferentes ámbitos, pero sin tener unos estudios especializados. "Venía de una familia de posibles, como se decía de aquella y pese a que su padre quiso que estudiase, a él no le gustaba estudiar", señala Suárez, quien tras haber reunido documentación y haber hablado con los descendientes de Maciñeira, asegura que "fue una persona que siempre luchó a favor del más débil".

Prueba de ello, según relata Suárez, es que intentó eliminar ciertos impuestos que afectaban principalmente a los agricultores, fomentó el cultivo de eucaliptos - "no para que se extendiera como ocurre ahora sino como plantaciones controladas para ser una alternativa de los agricultores", indica- o de manzanas -"con el objetivo de utilizarla para curar enfermedades"- e "implantó los concursos de grado para evitar el declive de la ganadería".

Pese a estas facetas y su época como político -donde logró la dotación de servicios para la comarca de Ortigueira-, Maciñeira resaltó principalmente como arqueólogo. Descubrió túmulos, castros y un camino que comunicaba el interior de la comarca con el puerto de Bares en una época en donde la arqueología desde el punto de vista científica era todavía algo desconocido. "La gente lo veía fotografiar los túmulos y creía que estaba loco por sacar fotos a unas piedras", señala Suárez, quien resalta que la gran diferencia de Maciñeira con otros coetáneos es que "excavaba para saber, para sacar a la luz acontecimientos del pasado, no para quedarse él con nada".

Suárez lamenta la poca relevancia histórica que ha tenido Maciñeira. Por ello, su libro -de Edicións do Cumio- pretende ser un homenaje y una forma de visibilizar a un coruñés polifacético.