El otro día, una amiga me contó que su banco le había bloqueado la tarjeta. El motivo no era un impago, sino que le habían intentado hacer pequeñas compras desde Estados Unidos con ella. Como casi a la misma hora la había utilizado en un supermercado de A Coruña el sistema del banco saltó porque no podía estar en dos sitios a la vez. El susto no fue a más. Días antes había comprado por internet una pulsera en una web griega y ahí cree que estuvo el fallo porque no siguió las normas básicas para adquirir un producto de forma segura en internet.

Las Navidades están a la vuelta de la esquina y el comercio electrónico pretende batir su récord del año pasado. Un 25% más. Los españoles nos gastaremos algo más de 3.200 millones en estas fiestas solo en compras online. Es una cuarta parte de lo que el sector tiene previsto facturar en todo el año.

El pistoletazo de salida fue el pasado lunes, con el Cyber Monday, otra moda procedente también de Estados Unidos que va cogiendo fuerza. En España se ha denominado eDay y es parecido al Black Friday, con el que tanto nos han machado este año, pero solo para compras online. Se celebra el lunes siguiente al Black Friday.

Pese a las campañas de concienciación para comprar por internet, los españoles todavía somos reticentes por considerarlo inseguro. Es cierto que los procedimientos son cada vez más seguros y los bancos cuentan con controles antifraude cada vez más sofisticados, pero aún así estamos entre los europeos que más tememos realizar compras a través de la red. Lo dice el Eurobarómetro de 2013, que publica la Comisión Europea.

Vamos a intentar quitar un poco de miedo. Los compradores online tenemos los mismos derechos que el resto. El plazo máximo de entrega de un producto que hayamos adquirido en internet no puede superar los 30 días. Y, algo muy importante, tenemos 14 días para devolverlo, sin dar explicaciones al vendedor. Como en una tienda física. Hay empresas que hasta recogen el producto en sus establecimientos. Es el caso, por ejemplo, de Inditex, que en 2013 facturó 553 millones en internet, un 42% más que un año antes.

Si se siguen algunas normas básicas no debemos tener problemas. Cuando vayamos a hacer una compra hay que asegurarse de que la conexión es segura. Nada de utilizar wifis públicas (hoteles, bibliotecas, centros comerciales?); cualquiera puede acceder a nuestros datos si la conexión no está encriptada. Antes de meter los datos bancarios en cualquier web hay que asegurarse -y esto es muy importante y fue lo que no hizo mi amiga de la tarjeta- de que la dirección web debe comenzar por https:// La S que se le añade al prefijo habitual indica que la página es segura. Siempre, siempre, hay que hacer esta comprobación.

Aunque nos los pidan, nunca debemos mandar nuestros datos bancarios por correo electrónico a la tienda. No los necesitan para nada, excepto para hacer algo malo. Tampoco hay que enviarles el PIN. Hay que huir también de tiendas online que nos pidan introducir el PIN de la tarjeta de crédito. Otra historia es el número de seguridad (CVV), que está en la parte posterior, y que sí es necesario para autorizar la compra.

Y por último, hay que comprar en tiendas conocidas. Para las que no lo son es recomendable realizar una búsqueda en Google para que otros usuarios nos digan si es de fiar. Si notamos algo raro, mejor ir a otra página.

Con estas sencillas normas, comprar en internet no debe tener problemas.