En los primeros comentarios que se sucedieron tras conocerse la decisión final de los Óscar hubo una inicial reacción generalizada en todos los análisis: reconocimiento a México y a sus profesionales durante los dos últimos años, tras el triunfo de Alejandro González Iñárritu, por Birdman, película que aspiraba a todo, que no se llevó todo pero sí los premios más importantes, a falta del de mejor actor a Michael Keaton. Enseguida se recordó que el año anterior, otro mexicano, Alfonso Cuarón, también tuvo un papel destacado en los Óscar con Gravity.

Iñárritu logró premios fundamentales con Birdman, que evoca la historia de una antigua estrella del cine de superhéores que trata de resurgir de sus cenizas con el montaje de una obra de teatro. Birdman reinó en la noche con premios sólidos, entre ellos el de mejor director y mejor filme, que son galardones que tocan el cielo en esta ceremonia.

Una fiesta del cine con muchos acontecimientos, muchas y largas ovaciones, y diversos momentos en los que la curiosidad tapa todo lo demás. Por ejemplo, John Travolta con su cara estirada y su peluquín, que le dieron un momento de popularidad instantánea en Twitter, o, cómo no, Lady Gaga que puso en valor (o medio valor) sus cualidades vocales cantando un tramo de Sonrisas y lágrimas, filme homenajeado en la gala por su 50 aniversario.

Lady Gaga sorprendió con su interpretación y sorprendió, como es su costumbre, con su vestuario, que en esta ocasión llevaba como complemento unos guantes de fregar, o similares. La presentó Scarlett Johansson, que iba de verde, con pelo corto y cintura fina. A Lady Gaga la saludó y agradeció la gran Julie Andrews, representante gloriosa de la película homenajeada.

Los acontecimientos se iban sucediendo en la fiesta de Hollywood; los premios caían uno tras otro y perfilaban la clasificación. Tras Birdman, el éxito siguiente resultaba complicado de averiguar, pero llegó. Otra de las películas coronadas fue El gran hotel Budapest, un filme de estreno lejano para estar considerada en los Óscar, que logró el premio a mejor maquillaje, banda sonora y mejor diseño de producción.

En la banda sonora había justificación por su calidad y porque el premio fue para Alexandre Desplat (El gran hotel Budapest). Banda sonora muy sensible y lograda. Como dijo Julie Andrews en la gala, todo es distinto en una película gracias a la música.

El actor Eddie Redmayne fue el número uno con La teoría del todo. Se acordó de los que sufren ELA. Julianne Moore, premiada por Siempre Alice, hizo lo mismo con el alzhéimer. La revelación del año fue Whiplash, película que muestra la superación de un batería de jazz en la que J.K. Simmons se llevó el premio al mejor actor de reparto por su papel del duro profesor Terence Fletcher. Y en la versión femenina triunfó Patricia Arquette por Boyhood, película que, al final, se quedó en el camino tras las quinielas que le daban otros guarismos.

Fue una gala conducida por Neil Patrick Harris, quien hizo un resumen muy efectivo de todo lo ocurrido, pero que tuvo su fuerte en las reivindicaciones o cuando apareció en escena en calzoncillos.

El director de la película ganadora del Óscar, Alejandro González Iñárritu, se acordó de sus colegas mexicanos en clave política, pidiendo otros modos en su país. Fue un momento dulce en el Teatro Dolby de los Ángeles donde se celebró la 87 edición de los premios del cine de Hollywood. También pidió por los mexicanos que viven en Estados Unidos.

Sean Penn tuvo un momento de gloria cuando le entregó el premio: se preguntó con fina ironía si Iñárritu tenía los papeles en regla para estar en Estados Unidos.

También Patricia Arquette desbordó emociones y pasiones con su discurso en favor de las mujeres -la actriz pidió que se logre la igualdad salarial entre sexos en Estados Unidos-, una intervención que obtuvo el apasionado refrendo de Meryl Streep.

La mejor canción Glory de la película Selma, con el cantante Common, fue otro momento cumbre al recordar la lucha por los derechos civiles y, de paso, a Martin Luther King.

Otro instante muy emotivo llegó al reconocer Graham Moore su homosexualidad. Fue al recoger la estatuilla por el guión adaptado de The imitation game. Dijo que había tratado de suicidarse con 16 años. Lo expuso con palabras muy sentidas, que la gente recibió con atención y delicadeza. Aprovechó para animar a quienes se consideren extraños y también para decir a ese "niño que siente que no encaja" que sí tiene su lugar en el mundo. Animó a todos a seguir adelante, a avanzar hasta donde él ha llegado y transmitir su mismo mensaje.

Fue una gala repleta de asuntos, de momentos, de premios y, seguramente en esta ocasión, de música por el 50º aniversario de la película Sonrisas y lágrimas, la actuación de Lady Gaga la magnífica Whiplash y su jazz, y la pieza y emociones de Selma.

Un año más, un latino se alzó con los premios más codiciados de los Óscar. Al final, hasta el presentador de la gala tuvo claro que el Óscar hablaba español y se despidió de los presentes con la frase: "Buenas noches, everyone!".

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