La pasada semana una imagen tan simple como la de un vestido azul y negro (o dorado y blanco) rompió internet. En 24 horas, algo tan, a priori, sencillo como una foto de un vestido se convirtió en un fenómeno mundial del que todos hablamos. Pero, ¿cómo se consigue que se convierta en viral un contenido aparentemente tan inocente como este?

Para intentar responder a esta pregunta hay que empezar por el principio. Una chica desconocida que vive en Escocia decide subir a su Tumblr (una plataforma de microblogs que permite publicar textos, imágenes, vídeos?) la foto del vestido. Como el resto del mundo, tiene la duda de si es azul y negro o dorado y blanco.

Una colaboradora de Buzzfeed (un portal de comunicación online estadounidense) la observa y publica la imagen en su medio. Y en pocos minutos hace ¡¡¡boom!!!

Las visitas llegan por miles a Buzzfeed. Se comparte en todas las redes sociales. En unas horas es trending topic mundial en Twitter y todo el mundo entra en la discusión de si es azul y negro o dorado y blanco. Hasta artistas, políticos y cantantes, como Taylor Swift, Kim Kardashian o el presidente de Estonia participan en el debate.

Algo parecido hace diez años hubiera sido imposible. No había redes sociales y no se habría viralizado ni tan rápido ni de forma tan aplastante como ocurrió con la imagen del vestido. Buena parte de culpa también la tuvo Buzzfeed. No hay que olvidar que cuenta con más de 200 millones de visitantes al mes. El artículo del vestido ha conseguido más de 28 millones de visitas y en el momento de máximo apogeo hubo 670.000 personas leyéndolo a la vez. Muchos diarios online pactarían con el diablo para conseguir la cuarta parte de estas cifras.

Es cierto que con sus 200 millones de visitantes Buzzfeed fue un gran altavoz. Pero todos los días publica 400 artículos que también buscan ser virales y ninguno ha conseguido un impacto parecido.

Entonces, ¿por qué triunfó? La imagen del vestido cumple con todas las características para convertirse en un éxito viral. Es sencilla, visual y muy fácil de compartir. De los 28 millones de visitas que tuvo el artículo de Buzzfeed el 79% llegaron a través del móvil y el 94% por las redes sociales.

Apela a la emoción. No hay nada más pasional que dos personas vean algo de forma distinta cuando, además, eso que observan es algo objetivo: una simple imagen de un vestido. La foto divide entre el bando del azul y negro y el del dorado y blanco. Y la controversia funciona muy bien.

Es un contenido positivo que invita a compartirlo con tu gente en tus redes sociales. Un estudio de la Universidad de Vermont llega a la conclusión de que somos más proclives a compartir en internet historias positivas que negativas. Y en fin, es inesperado y sorprendente.

Hay muchas empresas que les piden a sus agencias de publicidad que les hagan un viral para conseguir más audiencia. Y entonces, muchas de ellas, achinando los ojos les preguntan ¿Qué te haga que?

Crear algo viral es como la tortilla que hace mi madre. Sabes todos los ingredientes, sigues a rajatabla los pasos que te dice, pero nunca te sale como a ella. La viralidad es así. Conoces las características que son necesarias, pero construir algo que se convierta en viral es como jugar a la ruleta rusa porque la parte más importante de la ecuación son las personas. Y nunca sabes cómo van a reaccionar. Nunca sabes si te dirán que el vestido es azul y negro o dorado y blanco.