Los límites de las asignaturas se difuminan, los libros de texto se convierten en simples complementos y el alumno deja de tener un papel pasivo -ser un mero oyente de la lección que imparte el docente- para ser el que demanda información, el que colabora con sus compañeros para ampliar conocimientos y el que aprende los contenidos a base de resolver los retos que le plantea su profesor. Esta es la realidad con la que se encuentran al llegar a clase los escolares cuyos profesores han decidido dar un giro de 180 grados al método de enseñanza y huir del sistema clásico basado en impartir clases magistrales y aprender mediante la repetición y memorización de conceptos y ejercicios. Cuatro docentes coruñeses explican cómo a partir de proyectos, retos o experimentos científicos que plantean en el aula imparten los mismos contenidos que otros compañeros, pero con la ventaja de que sus alumnos están más motivados y retienen mejor la materia. De momento son una minoría, pero aseguran que el futuro de la educación pasa por enfocar la enseñanza hacia este camino.

Los malos resultados de España en estudios educativos internacionales como el Informe PISA -los alumnos están por debajo de la media en matemáticas o lectura- y la alta tasa de abandono escolar -un 21,9% de los jóvenes de 18 a 24 años deja de estudiar sin haber finalizado Secundaria, el porcentaje más alto de la UE- revelan, según los expertos, que algo se hace mal en la educación.

Pedagogos y profesores gallegos coinciden en que el actual sistema de enseñanza desmotiva a muchos alumnos. La clave, aseguran, está en su rigidez: cada hora toca una asignatura diferente, cuyos contenidos ya están clasificados en temas cerrados y para aprenderlos, además de la clase magistral del profesor se recurre sólo a la repetición de ejercicios siempre similares. "La vida no se clasifica por bloques, no es una asignatura, todo está relacionado", explica el presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia, José Manuel Suárez. "El currículo al llegar a Primaria está muy cargado de conceptos que solo se memorizan y esto desmotiva a los alumnos", añade la profesora Carmen Fernández, del CEIP de Tabeaio. "El sistema en el que el estudiante es un mero receptor de la lección, de temarios que se dan a un ritmo frenético, en donde hay que estar siempre atentos en silencio, es un losa para cualquier alumno, pero más para los que tienen alguna necesidad educativa especial como niños con TDAH", sostiene Teresa Caramés, del colegio Cristo Rey de Ferrol.

Adaptar la clase a las necesidades de cada alumno, lograr que les interesen los contenidos y sobre todo que lo que aprendan no lo olviden al pasar el examen es el reto de estos profesores. Para lograrlo, muchos optan por trabajar con proyectos, es decir, se parte de un tema concreto y a partir de él, los alumnos realizan diferentes actividades, normalmente en equipo, en donde trabajan conceptos de varias asignaturas a la vez. Además es una forma de aplicar la materia a la vida diaria, otro de los puntos débiles, según los profesores, del actual sistema educativo. Carmen Fernández, que imparte clase en Infantil, es una de las docentes que recurre a este sistema de enseñanza. "Hace poco, por ejemplo, nos entró un saltamontes en clase. Los niños estaban muy interesados y a partir de ahí hicimos un proyecto en el que hubo que buscar información sobre los distintos tipos que había y en el que pudimos trabajar desde lectoescritura, hasta conocimiento del medio, los colores porque cada uno era diferente, las matemáticas...", explica esta docente. Lo mismo ocurre en el CEIP Portofaro de Cambre, donde han instalado un supermercado al que acuden los alumnos para trabajar en proyectos que interrelacionan varias asignaturas desde matemáticas hasta escritura o geografía.

Otro método para hacer atractiva la asignatura al que recurren especialmente los profesores del área de ciencias es el de plantear retos o experimentos a los alumnos. El método de enseñanza de José Manuel Viñas, profesor de Ciencias del IES David Buján de Cambre, es un claro ejemplo. Apuesta por las ventajas que las nuevas tecnologías pueden ofrecer a los alumnos y por acercar los contenidos de la asignatura al mundo real. "Recurro mucho a laboratorios virtuales, es decir, páginas en donde los alumnos pueden trabajar en proyectos que no podemos realizar en el laboratorio real porque se precisan materiales muy caros, son peligrosos o imposibles de llevar a cabo", señala Viñas, quien pone un ejemplo: "Hace poco trabajamos el tema de los meteoritos. Gracias a un laboratorio virtual y en función de las variables del meteorito (mayor o menor peso, más o menos velocidad) te calcula qué tipo de destrucción causaría y en qué lugar de la Tierra. Uno de los deberes que tuvieron que hacer es diseñar, ver qué características debería tener un meteorito para que destruyera cierta parte de A Coruña. Es un modo de que empiecen como si fuese un juego cuando en realidad están aprendiendo". En el caso de Teresa Caramés, opta por atraer a los alumnos hacia la asignatura mediante actividades en las que los propios escolares experimentan o prueban la teoría que se está dando. "Ahora estoy con el tema de la luz y los colores. El otro día les hice vendarse los ojos y bajar al patio desde clase para que explicasen qué habían visto, de qué color e intentar entender porqué", señala.

Todo ello hace que los resultados de los alumnos mejoren ya que prestan más atención a la clase y sobre todo, se involucran en los contenidos, de manera que retienen mejor lo aprendido. "Hay que cambiar el actual sistema. Hoy en día no puede haber clases dirigidas sino que el profesor debe ser un mero guía que oriente y asesore a los alumnos para que ellos busquen información y conocimiento", explica el pedagogo José Manuel Suárez, quien reconoce que este método no elimina los exámenes. "No todos los niños están al mismo nivel, tiene que haber aprobados y suspensos", sostiene.

Aún son minoría, pero cada vez más profesores se animan a cambiar su fórmula de clase -los colegios de jesuitas en Cataluña acaban de eliminar las asignaturas y renuncian a los libros de texto- con un objetivo claro: hacer más atractivas las materias y mejorar los resultados de sus alumnos.