Nieves Herrero empezó a escribir siendo una adolescente y, desde entonces, ha pasado por numerosos platós y radios. En estos años ha aprendido que, tal y como le decía su maestro Jesús Hermida, la independencia del periodista es "extraordinaria", aunque "a veces tiene un precio, la soledad".

-¿Qué radiografía hace de la situación actual del periodismo?

-Yo soy una fiel defensora del periodismo actual. Sobre todo en prensa, se está apostando por un periodismo de investigación que es interesante porque es la alternativa para que la gente compre periódicos. La radio ha encontrado su sitio, sigue siendo un lugar donde puede pasar desde un escritor a un deportista. En la televisión la información es política, salvo en los informativos, ya todo lo demás es deporte o corazón. La televisión va a mucha velocidad y sigue teniendo mucho impacto, pero ha perdido profundidad.

-Ha trabajado en medios públicos y privados. ¿Hay diferencia? ¿Existen más presiones en uno u en otro?

-Yo no las noté porque tampoco dirigí un informativo, que es donde se puede sentir más la presión. Siempre he estado en programas, donde es diferente y está más marcada por la presión más odiosa, la audiencia. Los medios públicos a mí me enseñaron mucho, tanto en la radio como en la televisión. Me enseñaron que no era tan importante ser el primero como ser el que tuviera confirmada la noticia. Quizá en los medios privados lo que era importantísimo era soltar antes la noticia que tu adversario. No he podido sentir esa presión, pero estoy segura que mis compañeros de informativos seguro que sí.

-¿Los periodistas deben posicionarse políticamente?

-No. Si algo me enseñó Jesús Hermida era que la independencia no tenía precio y que no podías dejarte guiar por unos y por otros, que lo ideal era estar en un medio intentandoque hubiese siempre voces de distintos colores. La independencia es algo extraordinario, te hace muy libre aunque te hace un lobo solitario. Te hace no estar apoyado absolutamente por nadie. La independencia tiene un precio y a veces es la soledad.

-¿Cree que hay autocrítica en la profesión?

-Lo que hay es crítica y lo que no hay es unión para reivindicar. Nunca ha estado el periodismo tan inseguro para los propios periodistas. Nunca hemos tenido nada cien por cien fijo, pero es que ahora la profesión se ha convertido en retales. Sobre todo los de cierta edad que no estamos en nómina estamos en mil sitios y es una locura. Periodistas están en una tertulia, en otra y en otra, a lo mejor en un día les has oído en cinco distintas. No queda otra para el periodista con nombre. Nos falta unión para hacernos fuertes, para decir que no se puede no pagar a un becario o no se puede que un periodista empiece en unas condiciones infames. Y también nos falta unión para decir no a aquellas personas que están usurpando la función de periodistas sin serlo.

-Piensa que hay intrusismo en la profesión.

-Sí. No tengo nada en contra de los comunicadores. Los hay muy buenos que no tienen por qué ser periodistas, pero cuando uno está dando información debe ser un periodista. Estamos degradando la profesión. Las entrevistas las tienen que hacer los periodistas, porque llegará un día que el periodista desaparezca. El ciudadano tiene derecho a recibir informaciones contrastadas, eso solo lo puede hacer y se le puede exigir a un periodista. Nos ha faltado siempre unión y creer en nuestra propia profesión. Pasa como con el tema de la igualdad. Noto cada vez más diferencia entre hombres y mujeres. Nadie cuestiona que un hombre de cincuenta años esté dirigiendo un periódico o esté al frente de un informativo. Pero las mujeres poco a poco vamos desapareciendo de la primera línea según vamos cumpliendo años.

-¿Se siente más cómoda trabajando en televisión o en radio, o su faceta de escritora?

-Cada medio tiene su atractivo, no soy capaz de prescindir de ninguno. Mientras pueda estar haciendo cosas me siento muy feliz porque por encima de todo soy periodista. Es la profesión más bonita del mundo y a la vez la más dura.