Los divorciados "no están excomulgados y no deben ser tratados como tales", sino que "forman parte de la Iglesia", declaró ayer en el Vaticano el papa Francisco de cara al Sínodo de la Familia, que se celebrará en octubre de 2015 y en el que se discutirá esta cuestión, entre otras. "Hoy nos referimos a la situación de aquellos que, tras la ruptura de su vínculo matrimonial, han establecido una nueva convivencia. (...) Estas personas no están excomulgadas como algunos piensan, ellas forman parte de la Iglesia", señaló el Pontífice durante la audiencia general celebrada en el Aula Pablo VI del Vaticano, y no en la Plaza de San Pedro como es habitual, debido a las altas temperaturas veraniegas.

Si los divorciados pueden comulgar o no es uno de los temas más polémicos en el seno de la Iglesia Católica, pues la doctrina establece la indisolubilidad del matrimonio, y así lo recordó ayer el Papa en su alocución, clara y directa como nunca antes en este asunto. No obstante, puntualizó que "con corazón de madre (la Iglesia) busca el bien y la salvación de todos, sin excluir a nadie. Animada por el Espíritu Santo y por amor a la verdad, siente el deber de discernir bien las situaciones, diferenciando entre quienes han sufrido la separación y quienes la han provocado".

A continuación, el papa Francisco mostró su preocupación por los separados con hijos. "¿Cómo podemos recomendar a estos padres que hagan todo lo posible para educar a sus hijos en la fe cristiana si les alejamos de la vida de la comunidad, como si fueran excomulgados?", preguntó retóricamente. A juicio del Pontífice, la comunidad cristiana debe hacer alarde de una "fraterna y atenta acogida". "La Iglesia no tiene las puertas cerradas a nadie", apostilló el Pontífice argentino.

Desde el inicio de su pontificado en marzo de 2013, el papa Francisco ha insistido en la misericordia y su convicción de que "la Iglesia es la casa paterna en la que hay espacio para todos". No es la primera vez que Jorge Bergoglio se refiere a esta cuestión, pues el pasado junio ya dijo que en algunos casos la separación "puede incluso ser moralmente necesaria cuando se intenta proteger al cónyuge más débil o a los hijos de las heridas causadas por la prepotencia, la violencia...".