Volver a la rutina después de una temporada de vacaciones no es tarea fácil para nadie. No solo los adultos sufren el síndrome postvacacional y se les hace cuesta arriba volver al trabajo. Los más pequeños, sobre todo los que empiezan por primera vez el colegio, sufren cada vez que oyen hablar de tener que madrugar, separarse de sus padres o dejar de ver tantas horas la televisión.

"En el caso de los primerizos existen dos handicaps: los niños sienten que se apartan de sus protectores y a los padres les cuesta desprenderse de ellos y pensar que otros los van a tratar igual. Pero separarse de los progenitores no es una desventaja sino una necesidad", explica el presidente de la Asociación Profesional de Pedagogos de Galicia (Apega), José Manuel Suárez.

La importancia de estar presente en el momento del cambio es algo que tanto psicólogos como pedagogos destacan, ya que ayuda al menor a depositar confianza en el nuevo lugar. "No se lleva al niño como si fuese un paquete, sino que el padre o a la madre debe entrar en el aula, hablar un poco con el profesor para transmitirle confianza en esa persona al menor, dejar que el niño se incorpore con los otros a jugar... y cuando se percibe que está distraído y contento, que no tiene aquella visión de que se le va a apartar de los padres, es el momento de retirarse", indica Suárez.

Para facilitar la llegada al colegio de los más pequeños, la mayoría de centros tiene un periodo de adaptación en el que se aumentan las horas lectivas progresivamente. "Es un buen sistema ya que les hace ver que la figura del educador, aun siendo una figura nueva es alguien que comparte los mismos sentimientos que la persona que lo lleva y se van adaptando al nuevo espacio", indica el pedagogo.

"A los que vienen de guarderías les resulta más fácil porque puede ser que coincidan en el nuevo cole con antiguos compañeros y no van a notar todo tan extraño", comenta Ana María Ulloa, miembro del Colexio Oficial de Psicólogos de Galicia, quien recuerda: "Es muy importante la actitud que muestren los padres; tienen que ser positivos y hablarles a sus hijos de lo estupendo que será conocer nuevos amigos, lo mucho que van a aprender? para que se den cuenta de que ir al colegio les va a reportar cosas buenas".

En caso de que el menor muestre una excesiva angustia por tener que ir a clase, los expertos recomiendan que los padres no traten el asunto como un trauma y que escuchen a sus hijos. "Hay niños que renuncian fácilmente a que el progenitor desaparezca y hay otros a los que les cuesta más. En cualquier caso, si durante una semana o quince días, el tiempo máximo aconsejable de adaptación, el niño presenta lo que llamamos fobia escolar -se manifiesta con vómitos, rabietas, insomnio...-, el padre o la madre no solo tienen que hablar más tiempo con el docente, sino que tienen que entrar jugar con el niño en el aula? es un proceso más largo pero no es nada que no se pueda solucionar. Si los síntomas continúan, puede que haya un problema psíquico detrás", advierte el pedagogo.

La hora de la recogida también es importante en el proceso de adaptación y es necesario que los padres se involucren, ya que "los niños corren hacia ellos emocionados y contando las curiosidades que vieron, a qué jugaron, los compañeros nuevos que tienen... Los niños tienen menos experiencias previas que los adultos, por lo que estar con desconocidos les cuesta más", indica José Manuel Suárez.

Que el niño esté presente a la hora de preparar el material escolar, forrar los libros o elegir una nueva mochila para estrenar en el nuevo curso son prácticas que también recomiendan los expertos.

Recuperar los horarios e incorporarse, de manera progresiva, a la rutina es solo el primer paso para aquellos que ya tienen una cierta experiencia en eso de la vuelta al cole. "En las vacaciones siempre se alteran los ritmos y quizás sería bueno, una semana antes de empezar el colegio, volver a coger esas rutinas que son propias del curso", explica Ana María Ulloa.

Las actividades extraescolares son otro de los asuntos que preocupa a los padres y divide a los profesionales. "Existe debate en el momento en el que se toman como una excusa para que los progenitores tengan tiempo libre y no por el bien del niño", advierte el presidente de Apega, quien remarca que de esta forma "no se está creando afinidad entre padres e hijos y eso es perjudicial para el menor porque al final terminan siendo unos extraños". Que sea el niño y no los progenitores los que elijan las actividades también es muy importante ya que "hay que tener en cuenta sus gustos", añade.

Para la psicóloga educativa, apuntar a los de Infantil (3, 4 y 5 años) a actividades extraescolares "no es muy recomendable, pues en el colegio ya hacen muchas actividades y a lo mejor el niño cuando llega a casa lo que quiere es estar con sus padres, o ir al parque para jugar con otros niños?", apunta Ana María Ulloa, quien aconseja además "no sobresaturar a los niños porque les puede generar cierta angustia".