Pese a que el origen de las migrañas es genético -una mayor sensibilidad en ciertas estructuras cerebrales- son varios los desencadenantes y estímulos que sin ser la causa del dolor pueden provocar una crisis. El estrés (58,6%), la alteración del ritmo de sueño (65%), el ayuno prolongado (16,7%) o el consumo de alcohol (10%) son los principales, según la Sociedad Española de Neurología, pero hay muchos más y en ocasiones ninguno es determinante. "Algunos episodios de migrañas son expontáneos, sin desencadenantes", explica el neurólogo gallego Rogelio Leira, quien asegura que lo ideal para no tener migrañas sería "llevar un ritmo de vida lineal, sin cambios". "En cuanto hay algún desequilibrio por exceso o por defecto: dormir mucho o poco, trabajar mucho o poco, cuando hay algún cambio hay mayor riesgo de que se produzca un dolor de cabeza de este tipo", señala.