La nueva Lei de Inclusión Social reformó la Risga para vincular la ayuda a programas de inserción laboral. Sin embargo, los resultados, de momento, son escasos. Solo 559 beneficiarios dejaron de cobrar la ayuda tras haber encontrado un trabajo, una cifra que representa solo el 4,5% del total de 12.349 personas que a lo largo de 2014 recibieron algún tipo de ayuda de la Consellería de Benestar. Y solo un 10,5% salió del Risga tras haber mejorado sus condiciones económicas. En el resto de los casos el fin de las ayudas no estuvo asociado al hecho de que el beneficiario hubiera mejorado sus ingresos sino a que empezó a cobrar otra ayuda incompatible, ocultó o falseó datos a la administración o incumplió el programa de inserción, entre otras razones.

Benestar aclara, en todo caso, que el porcentaje de personas que abandonan el programa tras mejorar su situación económica "ha ido aumentando ligeramente en los últimos años". El departamento que dirige Beatriz Mato confía en que continúe por "ese camino ascendente". "Estamos tomando medidas en ese sentido, a través de la potenciación de la inclusión activa y a través de iniciativas como la orden de contratación de perceptores del Risga", explican desde la Consellería. Además, en su informe de evaluación de la nueva Lei de Inclusión Social advierten que no solo se puede considerar un éxito que el perceptor del Risga mejore su situación económica sino que durante el periodo en que recibe la ayuda pueden mejorar condiciones familiares o sociales tales como "higiene o deshabituación en el consumo de alcohol o drogas".

El perfil mayoritario del beneficiario del Risga es el de una mujer de entre 35 y 54 años con cargas familiares que vive en ámbitos urbanos, en un piso de alquiler o cedido en precario.