"Hay un tipo de amor en la vida que es para siempre, que permanece en el tiempo", así lo cree Ana Locking, que ha pertrechado una colección con prendas que evocan su faceta más romántica, mientras que Amaya Arzuaga ha convertido los gélidos diseños de Eero Saarinen en delicados vestidos tridimensionales. "Es importante recordar que todo lo que hay en la vida es caduco, la muerte lo hace en momentos puntuales, y eso, irónicamente, nos hace valorarla", señaló Locking, que se dejó guiar por esta reflexión en Foreva, una de las colecciones más destacadas ayer en la segunda jornada de la Madrid FashionWeek.

Amaya Arzuaga tomó el testigo romántico, con una exhibición de vestidos de volúmenes imposibles, inspirados en los edificios del Eero Saarinen. Los delicados volúmenes del arquitecto finlandés elevaron los volúmenes de cuellos, mangas y faldas, hasta desdibujar, en algún caso, la silueta tradicional del vestido. "Es mi colección más romántica, he trabajado tejidos muy tecnológicos y los he acompañado con tules y neopreno", detalló la diseñadora.

De los patrones románticos de Ana Locking y Amaya Arzuaga, la pasarela viró hacia los bloques de color de Juanjo Oliva, que reservó su desfile en la programación de la FashionWeek Madrid para Elogy, la línea que firma para El Corte Inglés, porque tras un periodo "confuso", está a la búsqueda de un modelo de negocio que haga viable su trabajo de alta costura.

Hannibal Laguna, más romántico de lo habitual e influenciado por la cultura española y la tauromaquia, creó Azabache, una serie de vestidos de noche que exhalan costura clásica, de manufactura artesanal, armados con tul, pedrería, encaje y tejidos nobles.

La llegada de las suecas a España, las películas de Alfredo Landa y el boom turístico en Torremolinos fueron el punto de partida de la colección de Moisés Nieto, mientras que Andrés Sardá se desvistió para mostrar una lencería salvaje con la que emprendió un safari por África, cargado de sensualidad.