En plena II Guerra Mundial, entre los años 1941 y 1945, Lola Touza Domínguez y sus hermanas Amparo y Julia, ayudadas por los también vecinos de Ribadavia, los taxistas José Rocha Freijedo y Javier Mínguez, conocido como el Calavera (encargados de trasladar a los fugados,) y Ricardo Pérez Parada, un tonelero que había estado como emigrante en Estados Unidos y que hacía las veces de intérprete, formaron parte de una red clandestina que permitió salvar la vida a alrededor de 500 judíos y republicanos que huían, los unos de los países europeos dominados por los nazis y, los otros, de los franquistas triunfantes en la Guerra Civil.

Esta red de fuga de judíos, la más importante de Europa, hacía escala en Medina del Campo y llegaba hasta Ribadavia, un tramo decisivo desde el que las hermanas Touza y sus compañeros arriesgaban sus vidas para atenderlos y facilitarles el paso a Portugal.

Por su heroísmo, las hermanas Touza están en trámites de ser reconocidas como Justas Entre las Naciones, una de las máximas distinciones que otorga el Estado de Israel. Asimismo, en una colina de Jerusalén ya hay un árbol plantado por el Centro Simón Peres por la Paz en honor de las valientes hermanas.

Acaso no todo lo conocida que debiese, y merece, en Galicia, la historia de las hermanas Touza vuelve a la actualidad de la mano de la novela de Vicente Piñeiro González Lola Touza. La Schindler Gallega (Editorial ToxoSoutos) y el estreno, el pasado día 4 de septiembre, de Las Touza, una obra de teatro con texto original de Alfonso Cárcamo y dirección de Carla Soto, que está interpretada por las actrices mexicanas Laura Aréchiga, Adriana Focke y Sandra Garibaldi.

Para escribir su novela, Vicente Piñeiro (Lugo, 1954) partió de los datos que el coruñés Antón Patiño Regueira incluyó en sus Memorias de ferro (Edicións A Nosa Terra, 2005), que amplió mediante testimonios recogidos en Ribadavia entre vecinos y familiares descendientes de las protagonistas. Piñeiro, una de cuyas especialidades es la novela histórica, contó con el asesoramiento del historiador José Ramón Estévez. La Lola Touza que da título a su novela (que podría haber sido Las hermanas Touza) le sirvió a Piñeiro como mecanismo narrativo para contar todo aquello que ocurrió poniéndose "en la cabeza de aquella mujer".

Por su parte, Las Touza tiene una puesta en escena protagonizada íntegramente por las tres mencionadas actrices, a las que se muestra rigiendo un casino. En realidad, el centro de operaciones era un quiosco situado frente a la estación de ferrocarril de Ribadavia, a donde los huidos llegaban a la villa, y a los que Lola escondía en su propia casa proporcionándoles alimento y descanso hasta llegada la noche, cuando llegaba el vehículo que los iba a trasladar al otro lado de la frontera. La red de ayuda a los judíos en España se iniciaba en Girona, en la frontera con Francia, y en un primer tramo llegaba hasta Medina del Campo. Desde allí continuaba hasta Monforte y Ribadavia, a donde solían llegar los judíos perseguidos al anochecer. En una fase final, los huidos eran llevados hasta la frontera portuguesa, y desde el país vecino embarcaban luego rumbo a América, o a puertos del norte de África.

La casa de las hermanas Touza estaba separada tan sólo unos metros de las ventanas de las celdas del propio Ayuntamiento de la villa, donde encerraban en un primer momento a los detenidos.

Lola falleció un 26 de junio de 1966. Su hermana Amparo aún vivió hasta el 6 de febrero de 1981 y Julia murió dos años más tarde, el 6 de junio. Vivieron juntas y también ahora permanecen juntas en el camposanto de Ribadavia. Dejaron un buen recuerdo en muchas familias de la villa por su humanidad, aunque no eran tiempos aquellos para alegrías ni para jugarse la vida escondiendo a judíos.

El proyecto teatral mexicano "apela al rescate de los valores universales como la solidaridad, la compasión y el sentido de ayuda a través de una historia verídica que se desarrolla en la España franquista y durante la II Guerra Mundial", dicen los responsables de la producción.

En el principio de la representación, la actriz Laura Aréchiga se dirige al público asistente a la función y pregunta: "¿Queréis saber cómo rescatamos a mas de 500 judíos y republicanos sin que Hitler y Franco sospecharan absolutamente nada?". Evidentemente, una historia ahora digna también de ser llevada al cine.