La piel es el mayor órgano del cuerpo humano. No se puede vivir sin ella, pues constituye la barrera natural contra las infecciones, por eso, un paciente con grandes quemaduras es un enfermo tan especial que solo puede ser tratado en una decena de hospitales españoles, y el Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac) es uno de ellos. La Unidad de Quemados del centro coruñés, en funcionamiento desde 1975, atiende a pacientes gallegos, pero también procedentes de las comunidades limítrofes, Asturias y Castilla y León, y del norte de Portugal, y desde 2009, es servicio de referencia nacional para el tratamiento de quemados críticos. Por sus instalaciones pasaron, solo el año pasado, cerca de medio millar de enfermos, de los cuales unos 150 estuvieron hospitalizados, y alrededor de 350 "para seguimiento y tratamiento ambulatorio". Cuenta con importantes dotaciones tecnológicas, que incluyen una UCI propia y un laboratorio de cultivo de piel, un elemento esencial cuando la mayoría de los ingresados tienen un porcentaje elevado de su cuerpo quemado.

"Según los protocolos médicos, se considera grandes quemados a aquellos pacientes con una importante superficie corporal afectada, en torno a un 20%, con heridas profundas o que han sufrido daño pulmonar", apunta Juan Javier García Barreiro, médico adjunto de la Unidad de Quemados del Chuac, quien especifica que la gravedad y evolución de estos enfermos depende, también, "de las patologías que tengan previamente, de la edad", y de otros factores, por ejemplo, de si la quemadura es eléctrica o por llama. Además, hay que tener en cuenta que en este tipo de accidentes los heridos pueden tener politraumatismos por el impacto, que agravan, sobremanera, su estado clínico. "Los quemados no solo necesitan la atención de cirujanos plásticos que realicen injertos de piel en su cuerpo, en nuestra unidad trabajamos coordinados profesionales de diversas especialidades", señala el doctor García Barreiro. "Neumólogos, fisioterapeutas o nefrólogos, y por supuesto los enfermeros, son indispensables para asistir a los pacientes en los problemas que se les pueden presentar a raíz del accidente que hayan sufrido", añade este médico, "orgulloso de formar parte de un referente nacional".

Una de las primeras consecuencias de la destrucción de la piel es la pérdida de agua, que puede llegar a ser cinco veces mayor en un gran quemado. Esta deshidratación es una de las situaciones que los especialistas de la Unidad de Quemados del Chuac tratan de revertir desde el primer momento. La temperatura corporal de estos pacientes también disminuye drásticamente, de ahí que sea necesario controlar la posible hipotermia. "Tras analizar la situación global de los enfermos, se elabora un plan terapéutico", señala el doctor García Barreiro. Este protocolo suele incluir la práctica de escarotomías, es decir, tratamiento quirúrgico de algunas quemaduras para facilitar la circulación sanguínea o la respiración, y una terapia tópica basada en cremas antibióticas. En función del tipo de quemadura será necesario administrar, también, antibióticos por vía oral.

Los avances tecnológicos ayudan a que la recuperación de los grandes quemados sea lo más rápida y positiva posible. Sin embargo, en los casos en los que la superficie de cuerpo dañada supera el 50%, con quemaduras de extrema complejidad y muy profundas, "el tiempo medio de ingreso mínimo ronda los tres meses". "Tras la hospitalización, no reciben el alta definitiva, ya que estamos ante tratamientos integrales muy largos. No se trata solo de recuperar esa piel, sino de que el enfermo se adapte a esa nueva imagen y al tacto y recupere la movilidad, por lo que hay mucha rehabilitación posterior. De hecho, algunos de estos pacientes se convierten en crónicos", indica el doctor García Barreiro, quien explica que lo más idóneo ante quemaduras graves es realizar injertos con la propia piel del paciente, algo que no siempre es posible porque, a veces, hay muy poca superficie intacta. "En esos casos y mientras se cultiva su piel para ir implantándola poco a poco, lo que se hace es recurrir a sustitutos, como la piel de cadáver o la cultivada en laboratorio", señala. "Cuando se usa la propia del paciente, lo normal es que se realicen varias tomas sucesivas, se espera a que la piel de la zona sana se regenere de nuevo y se vuelve a extraer, así una y otra vez, hasta conseguir la aceptación de ese nuevo tejido por parte del organismo", añade.

El especialista del Chuac asegura que el perfil mayoritario del gran quemado es el de un joven que sufre un accidente laboral o de tráfico. "Los ancianos son también un colectivo vulnerable, al igual que los niños", apunta. Los accidentes domésticos por descuidos constituyen, en estos dos últimos colectivos, la primera causa de quemaduras graves.

¿Cómo se debe actuar ante una persona que sufre una quemadura? Depende. Si la lesión es por fuego, lo oportuno es echar agua fría al afectado. Cuando se trata de un accidente químico, es primordial desnudar cuanto antes a la persona para que la sustancia que está impregnada en la ropa no siga dañando la piel. En caso de una descarga eléctrica, nunca se debe tocar a la víctima directamente. "En cualquier caso, lo más importante es llamar, cuanto antes, a los servicios de emergencia, para poner en marcha, con la mayor celeridad posible, los protocolos establecidos para cada caso", concluye García Barreiro.