Agustín Fernández Mallo siempre ha estado buscando fronteras que traspasar, porque es "un nómada estético", como le gusta definirse, desde su icónica novela de 1998 "Nocilla dream". Ahora el coruñés publica su último poemario, "Ya nadie se llamara como yo", en un volumen que reúne toda su poesía.

"Ya nadie se llamará como yo + Poesía reunida (1998-2012)" es el título que acaba de salir, publicado por Seix Barral, y en los poemas inéditos Mallo habla de la muerte como protagonista, "pero sin dolor, de una manera tranquila, con aceptación y con deslumbramiento", como explica el propio autor a Efe.

"En poesía, como en todo, hay que buscar nuevas fronteras, nuevos límites que provoquen alguna dislocación. En este último poemario, aunque están todas mis obsesiones, mis aciertos o fracasos, aparecen de una manera más suave, menos hermética, más decantada", subraya el escritor coruñés.

El libro, en el que Fernández Mallo se muestra a la escucha permanente de lo que le rodea, incluye un frontispicio de Gamoneda, quien hace un elogio de la obra, y un prólogo de Pablo García Casado.

El poeta, físico en excedencia, habla de la muerte, pero también de la carne, de la naturaleza; de lo telúrico, de una naturaleza sin ecologismo, de la matanza del cerdo, del trigo, de la ciencia, del bosón de Higgs o de las tarjetas de crédito.

Todo ello con imágenes bellas y violentas, con metáforas muy potentes en las que se mezclan las fuentes clásicas con la injerencia de imágenes de la sociedad de consumo contemporáneas.

"En el libro mezclo elementos rurales, una vaca, un cubo que sube agua de un pozo a mano, el trigo o la cebada, con el hallazgo, por ejemplo, de una tarjeta de crédito en un monte aislado, para saber qué efecto poético se produce allí, qué dislocación provoca eso, como si una tarjeta fuera una alimaña y qué efecto perturbador provoca", precisa Mallo.

Una intención que obedece a la función que tiene la poesía para el autor, que no es otra que la de "cuestionar la realidad, no solo social, sino en su conjunto, y ese es el elemento anómalo. El poema que no cuestiona lo real no es un poema", sentencia el autor de "Creta lateral".

Un poemario que escribió mitad en León, mitad en Mallorca, donde vive desde hace años y cuya naturaleza también está en el libro, a raíz de la muerte de alguien cercano al autor.

"Todo empieza -recalca- cuando alguien muy cercano muere y descubres que miras y ves a esa persona de una forma desconocida, con matices diferentes que antes no estaban, y ese es núcleo del libro: la reconstrucción de esas nuevas imágenes, de ese renacer o resurrección de la persona dentro de ti".

Pero a este nuevo poemario de Fernández Mallo le acompaña toda su poesía, que muestra toda la coherencia creativa de un autor que no para de resetear su trabajo poético, como viene a decir Pablo García Casado en el prólogo.

"En toda mi obra hay una evolución desde unos planteamientos iniciales de alguien que quiere hacer algo que no sabe qué es, pero que se identifica con una voz propia. Y ahora llega a este último libro de una manera más suave. Y sí, claro que sí, siempre hay que resetear la poesía", asegura.

"Hay que estar siempre buscando nuevas fronteras, nuevos espacios vitales, no por destruir lo hallado, sino por buscar nuevos vitalismos", concluye el escritor, quien avanza que acaba de cerrar un libro de ensayo en el que incluye fragmentos de este nuevo poemario, para teorizar acerca de los límites y las fronteras, "de este terreno que cruzas, pones los dos pies y te balanceas, porque sabes que de ahí puedes sacar algo".

Un dato más para corroborar que es la poesía la que nutre y alimenta toda la obra de este físico, novelista y ensayista, admirador de Gamoneda, Valente o Vicente Valero.