El Sínodo de los obispos, que afrontará temas relacionados con la familia, comenzó ayer con la advertencia del papa Francisco de que no debe ser un Parlamento para negociar "un acuerdo, pactar o llegar a compromisos". Con las palabras del Papa ante los 270 padres sinodales, los que tendrán derecho al voto, y unos 90 entre expertos y auditores, reunidos en el Aula del Sínodo, ayer se abrió el debate que continuará hasta el 24 de octubre.

"Os quiero recordar que el Sínodo no es un Congreso o un Parlamento donde hay que llegar a ponerse de acuerdo. El Sínodo es una expresión eclesial, es la Iglesia que camina, para leer la realidad con los ojos de la fe y los ojos de Dios", añadió. El pontífice argentino pidió afrontar el Sínodo con "celo pastoral, franqueza y poniendo por encima de todo el bien de la familia, de la Iglesia y de la suprema lex (ley suprema): la salvación de las almas".