Concepción Sánchez tiene 74 años y su primer contacto con la teleasistencia de Cruz Roja se remonta a 1996, cuando su madre instaló el sistema en su vivienda del centro de A Coruña. "Después de fallecer mi padre, como mi madre se quedó sola en casa, tenía ya algunos achaques y yo vivía fuera, decidimos poner la teleasistencia, para estar más tranquilos", explica Concepción. "Tiempo después, su salud empeoró y me vine a vivir con ella para cuidarla. Tras su muerte, al tener yo ya cierta edad, opté por continuar con este servicio, porque funciona muy bien, me da seguridad y, además, tanto las personas que te atienden por teléfono como los voluntarios que vienen a casa son encantadores", subraya.

Pese a tener la teleasistencia desde hace "un montón de años", esta coruñesa reconoce que, por el momento, no ha hecho uso del servicio para emitir ninguna alerta. "Hubo un día que me encontré fatal, me pasé toda la noche mareada, vomitando, creo que fue por algo de vértigos; sin embargo, estaba tan nerviosa en ese momento, que no se me ocurrió pulsar el botón rojo del medallón para avisar, y eso que cuando estoy en casa siempre lo llevo conmigo. Desde entonces lo tengo mucho más en cuenta. Si me vuelve a pasar algo parecido, no dudaré en llamar inmediatamente", señala Concepción, quien todos los meses recibe la visita de una de las voluntarias de Cruz Roja, para comprobar "que todo está en orden, que el medallón y el teléfono funcionan correctamente", y conversar un rato con ella. "También me llaman cada cierto tiempo para ver cómo estoy, felicitarme por mi cumpleaños... Son muy atentos, y están siempre pendientes de todo. En una ocasión me fui de viaje y se me olvidó avisarlos de que no iba a estar. Como dejé cortada la luz y la batería del dispositivo dura solo tres días, vinieron hasta casa para ver si me había pasado algo", recuerda.

Concepción reconoce que siempre ha sido una mujer independiente y, aunque tiene hijos, insiste en que le encanta vivir sola. "Soy feliz en mi casa, sentada en el sofá leyendo un libro o viendo en televisión una película o una novela", apunta esta coruñesa, quien también disfruta "yendo al cine, viendo una buena exposición o en el teatro". "Me apasiona", subraya. Por eso, siempre que puede, se anima a participar en las excursiones y en las visitas culturales del programa de mayores de Cruz Roja, abiertas, también, a los usuarios de la teleasistencia. "He visitado con ellos A Costa da Morte y el Museo das Mariñas de Betanzos, que me gustó especialmente porque me encanta la arqueología, y lo he pasado muy bien", remarca Concepción, quien anima a "todas las personas que puedan permitírselo" a seguir su ejemplo y "apuntarse a la teleasistencia" porque, concluye, "todo son ventajas".