El médico francés Nicolas Bonnemaison, convertido en un símbolo por los que piden la legalización de la eutanasia, vuelve a sentarse en el banquillo de los acusados imputado por haber acelerado la muerte de siete pacientes en fase terminal.

Bonnemaison, que trabajaba en el servicio de urgencias del hospital de Bayona, fue absuelto en primera instancia, pero la Fiscalía recurrió el fallo, por lo que el caso volverá a ser tratado en el Tribunal de Apelación de Angers.

Bonnemaison, que actualmente tiene 54 años, reconoció haber administrado a siete pacientes, entre 2010 y 2011, potentes sedativos que, potencialmente, podían provocar su muerte.