Desde que se confirmó que la sanitaria gallega Teresa Romero era la primera contagiada por ébola fuera de África a principios de octubre se han activado entre cincuenta y sesenta alertas sanitarias ante casos sospechosos en todo el país que finalmente no tuvieron consecuencias. La cifra la facilitaban ayer por la mañana el subdirector xeral de Saúde Pública de la Xunta y el jefe de Medicina Preventiva del Chuvi para argumentar su tranquilidad e insistir en que el riesgo de contagio en Galicia "era mínimo".

Horas después el propio ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, rebajaba ligeramente el dato con un total de 51 casos sospechosos en los últimos doce meses en todo el territorio nacional que finalmente fueron descartados como ébola. En la mayoría de los casos se confundieron los síntomas con malaria, como parece que se trata en esta ocasión, o alguna enfermedad tropical o virus traído por personas que viajaron a algún país de riesgo de forma reciente.

Otro de los datos que invitaban al optimismo es que según informó el Sergas, la epidemia empieza a remitir y "en toda Guinea solo se detectaron tres casos en la última semana", frente a los centenares a los que se enfrentaban hace medio año. Todo indicaba que las opciones eran mínimas, pero el nerviosismo entre el personal del centro de referencia para casos de ébola en Galicia estaba justificado teniendo en cuenta que nunca se había puesto a prueba la unidad de aislamiento.

Los únicos casos de ébola confirmados en España son el de la auxiliar de enfermería Teresa Romero, que formó parte del equipo que atendió al misionero Manuel García Viejo, fallecido en septiembre. Un mes antes, en agosto, fallecía el sacerdote Miguel Pajares a los cinco días de ser repatriado desde Liberia.