El Papa visitó ayer el cementerio de Roma por el Día de Todos los Santos y, en su homilía, trazó el camino al cielo, a la felicidad, de la que a su juicio no pueden disfrutar aquellos que "meten cizaña" o "se aprovechan de los otros". La vía que conduce al cielo "es un camino difícil de comprender, porque va contracorriente, pero el Señor nos dice que quien lo emprende es feliz, antes o después será feliz", declaró ante cientos de personas que acudieron al camposanto.

El Pontífice repasó las bienaventuranzas para señalar el modo de alcanzar el cielo y, en primer lugar, se refirió a los pobres de espíritu, a quienes "tienen el corazón despejado y libre de tantas cosas mundanas". También lo harán aquellas personas que "cada día, con paciencia, tratan de sembrar la paz, son artesanos de paz, de reconciliación". "Miremos el rostro de quienes se pasean para sembrar cizaña: ¿Son felices? Aquellos que siempre buscan ocasiones para embrollar, para aprovecharse de los otros, ¿son felices? No, no pueden serlo", consideró. Ascenderán al cielo quienes "tengan la capacidad de conmoverse, la capacidad de sentir en el corazón el dolor que hay en su vida y en la vida de los otros".