Se ha documentado la larga historia de sequías severas en toda Europa y el Mediterráneo en gran medida a través de documentos históricos y revistas antiguas.

Ahora, invesigadores han diseñado un atlas basado en la evidencia científica que proporciona un panorama general mediante el uso de anillos de los árboles para mapear el alcance y la gravedad de los periodos secos y húmedos en toda Europa y en partes de África del Norte y Oriente Medio, año a año durante los últimos 2000 años.

Junto con dos atlas de sequía anteriores que cubren América del Norte y Asia, el Atlas de Sequía del Viejo Mundo se suma a la imagen histórica de la variabilidad del clima a largo plazo en el hemisferio norte. Al hacerlo así, debe ayudar a los científicos del clima a indicar las causas de la sequía y lluvias extremas en el pasado e identificar patrones que podrían conducir a mejores proyecciones de modelos climáticos para el futuro. Un artículo que describe el nuevo atlas, realizado por científicos de 40 instituciones, se publica este viernes en 'Science Advances'.

"El Atlas de Sequía del Viejo Mundo llena un vacío geográfico importante en los datos que es relevante para determinar los patrones de la variabilidad climática en el tiempo", afirma Edward Cook, cofundador del Laboratorio de Anillos d elos Árboles en el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos, y el director de los tres proyectos de atlas de sequías.

"Eso es importante para entender las causas de las megasequías y es fundamental que los modeladores del clima pongan a prueba hipótesis sobre el forzamiento climático y el cambio", añade.

Por ejemplo, si Europa tuvo un año húmedo al norte de los Alpes y un año seco en el sur, ofrece pistas para diseñar los patrones de circulación y sugiere la influencia de la Oscilación del Atlántico Norte, una de las principales fuentes de variabilidad climática que afecta a los patrones de Europa. "No se puede conseguir eso a partir de un punto en un mapa --señala Cook. Ése es el elemento diferenciador entre el atlas y todos estos maravillosos registros históricos; los registros no dan patrones a gran escala".

El nuevo atlas también podría mejorar la comprensión de los fenómenos climáticos como la Oscilación del Atlántico Multi decadal, una variación en la temperatura superficial del mar en el Atlántico Norte que no se ha seguido el tiempo suficiente para saber si se trata de un evento transitorio, forzado por la intervención humana en el sistema climático, o una oscilación natural a largo plazo. Al combinar el Atlas de Sequía del Viejo Mundo con los atlas de América del Norte y Asia, climatólogos y modeladores del clima también pueden descubrir otras fuentes de variabilidad climática interna que están llevando a la sequía y la humedad en todo el hemisferio norte, apunta Cook.

En el artículo sobre el atlas, Cook y sus coautores comparan los resultados de los nuevos atlas y sus homólogos en tres momentos: el periodo cálido medieval (1000 a 1200); la Pequeña Edad de Hielo (1550-1750); y la Edad Moderna (1850-2012). Los atlas juntos muestran condiciones persistentemente más secas de lo normal en centro-norte de Europa durante los últimos 1.000 años y una historia de megasequías en el hemisferio norte que duraron más tiempo durante el periodo cálido medieval que durante el siglo 20, pero no se sabe bien por qué, según los autores.

Los modelos climáticos han tenido dificultades para reproducir megasequías del pasado, lo que indica que algo puede faltar en su representación del sistema climático, considera Cook. Los atlas de sequía proporcionan una comprensión mucho más profunda de los procesos climáticos naturales que los científicos han tenido hasta la fecha, dice Richard Seager, coautor del artículo y modelador climático en el Observatorio Terrestre Lamont-Doherty.

"La variabilidad del clima tiende a ocurrir dentro de los patrones que abarcan todo el mundo, creando condiciones de humedad en algún lugar y condiciones secas en otro lugar", resalta Seager. "Al tener reconstrucciones hidroclimáticas basadas en los anillos de los árboles de tres continentes del hemisferio norte, ahora podemos ver fácilmente estos patrones e identificar los modos responsables de la variabilidad", añade.

La escala hemisférica se suma a los usos potenciales de lo que ya era el estándar de oro de la investigación paleo-hidroclimatica, según Sloan Coats, dinamicista climático en la Universidad de Colorado, Estados Unidos, que estudia megasequías utilizando los atlas. "El hecho de que los atlas de sequía proporcionan una visión casi hemisférica de la variabilidad del hidroclima ofrece una increíble cantidad de información que se puede emplear para comprender mejor lo que estaba sucediendo en la atmósfera y el océano", destaca Coats.

En Europa y el Mediterráneo, el nuevo atlas de la sequía amplía la comprensión científica de las condiciones climáticas durante las hambrunas históricas. Por ejemplo, se suele culpar a menudo a un invierno y una primavera inusualmente frías de la hambruna de 1740-1741 en Irlanda. El Atlas de Sequía del Viejo Mundo también apunta a otro contribuyente: precipitaciones muy por debajo de lo normal durante la primavera y el verano de 1741, escriben los autores en el artículo. El atlas muestra cómo la sequía se extendió a través de Irlanda, Inglaterra y Gales.

El atlas también realiza un seguimiento del alcance de la gran hambruna europea de 1315 a 1317, cuando los documentos históricos describen cómo la precipitación excesiva en gran parte del continente hizo el cultivo de alimentos casi imposible. El atlas rastrea el hidroclima de toda Europa y muestra en detalle sus progresiones anuales de 1314 hasta 1317, destacando condiciones más secas en el sur de Italia, que se escapó en gran medida la crisis.

El atlas, realizado con datos de los anillos de árboles vivos y maderas antiguas que se remontan a más de 2.000 años, también pueden ayudar a arrojar luz sobre fenómenos más recientes, incluyendo una sequía récord desde 2006 hasta 2010 en el Levante, que un estudio reciente de Lamont sugiere que puede haber ayudado a desencadenar la actual guerra civil siria.

El atlas de América del Norte, publicado en 2004, ha sido utilizado por otros investigadores para sugerir que una serie de sequías que comenzaron alrededor de hace 900 años puede haber contribuido al eventual colapso de las culturas nativas. Del mismo modo, el atlas de Asia, publicado en 2010, ha llevado a los investigadores a conectar las sequías, al menos en parte, a la caída de la cultura de Angkor de Camboya en el año 1300 y la dinastía Ming de China en la década de 1600.