Los obispos españoles han lanzado su nuevo Plan Pastoral para los próximos cinco años (2016-2020), en el que se proponen recuperar a los bautizados no practicantes que se han alejado de la Iglesia, sacar de la tibieza a los católicos conformistas y atraer a los ateos, a los que no han recibido el anuncio de Dios y viven al margen de la Iglesia. "La acción evangelizadora debe dirigirse a tres grupos de personas: los cristianos practicantes pero rutinarios y conformistas; el gran número de cristianos bautizados no practicantes, más o menos alejados de la Iglesia, cada vez más afectados en su conducta y en su pensamiento por la influencia de la mentalidad secularista; y el creciente número de conciudadanos que no han recibido en anuncio de Jesucristo, que viven al margen de la Iglesia", subraya el documento.

En el caso del primer grupo, los conformistas, los obispos quieren "ayudarles a pasar de la tibieza a la coherencia; al segundo grupo, los alejados, les invitarán "a volver a la vida cristiana"; y al tercero, el de los que viven "en la oscuridad del eclipse de Dios", dicen que les ayudarán a plantearse preguntas radicales sobre el ser y la vocación del hombre para que encuentren "el sentido de la vida".

Los obispos precisan que esta salida misionera no responde a "ninguna estrategia" ni a ningún "sentimiento de superioridad" y aclaran que su fin es "ofrecer con sencillez a todos la posibilidad de vivir en la paz y en la esperanza que Dios da". "Sabemos que todos somos pobres hombres y mujeres, ignorantes y pecadores, necesitados de la gracia y la misericordia de Dios", añaden.

El plan se publicó ayer y fue presentado por el secretario general de la Conferencia Episcopal Española, José María Gil Tamayo, el arzobispo electo de Barcelona, Juan José Omella, el obispo de Almería, Adolfo González Montes y el obispo de Guadix, Ginés García Beltrán. Los prelados explican que el documento tiene como objetivo pasar de una pastoral de "mera conservación" a otra "misionera" ante la realidad actual de España donde "las circunstancias históricas" hacen "más difícil y más necesaria la claridad y firmeza de la fe personal", donde observan "un olvido de Dios, un debilitamiento de la fe y una crisis espiritual". Admiten, no obstante, que en este alejamiento de la Iglesia todos, tanto cristianos como sacerdotes y obispos tienen responsabilidad y realizan un examen de conciencia. "¿No hemos contribuido de una u otra manera al desconcierto del Pueblo de Dios? ¿No hemos colaborado con nuestras acciones u omisiones al alejamiento de algunos cristianos?", se preguntan.