Apesar de que todos reconocemos la importancia de las vitaminas en la salud, no todas son igualmente conocidas, estando la K en la parte más alta de este ranking a pesar de que participa activamente en la coagulación de la sangre y resulta imprescindible para "cerrar nuestras heridas".

Es una vitamina liposoluble que ingresa en nuestro organismo con los alimentos en forma de vitamina K1 y es sintetizada a nivel intestinal por las bacterias presentes en él. Interviene en la síntesis de factores de coagulación como la protrombina. La cantidad diaria recomendada depende de la edad y se ha calculado que para los adultos es de unos 120 microgramos/día en hombres y 90 en mujeres.

Varios factores influyen en la concentración presente en nuestro organismo; podemos destacar:

-La dieta, ya que la cantidad ingerida depende de nuestra alimentación. La respuesta del organismo al tratamiento puede variar en función de la concentración de vitamina K, haciendo necesario reducir el consumo de ciertos alimentos para no alterar el tratamiento

-La información genética. Un grupo de genes asociados al transporte de vitamina K unida a triglicéridos al hígado y su absorción, determinan la concentración plasmática de filoquinona (vitamina K 1)

-El consumo de antibióticos. Altera la flora intestinal e incide negativamente en su síntesis

-La administración de suplementos vitamínicos que la contienen y aumentan su concentración a nivel plasmático

La vitamina K influye decisivamente en la coagulación de la sangre y en la administración de anticoagulantes. La Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición señala que el contenido de vitamina K de la dieta puede interferir en la eficacia del tratamiento, favoreciendo tanto un exceso como un defecto. Recomienda evitar modificaciones drásticas en el menú habitual realizando dietas con pocos vegetales o aumentar bruscamente la ingesta de alimentos con elevada cantidad de vitamina K. Si se sufren problemas digestivos persistentes que impiden comer normalmente, debe alertar a su médico y realizar controles anticoagulantes frecuentes.

Su papel en el proceso de coagulación sanguínea puede provocar problemas debido a interacciones con el tratamiento. Es recomendable conocer los alimentos en los que es más abundante para no comerlos con demasiada frecuencia, en grandes cantidades o en combinaciones excesivas. Los de origen animal no suelen contener mucha (salvo hígado y vísceras). Algunos muy grasos pueden incluir formas de vitamina K y no son buenos para la salud cardiovascular, por lo que deben ser evitados (embutidos, tocino, bollería industrial, nata, quesos, bacon, mantequilla, etc...). Opta por comer más pescado que carne. Los de origen vegetal tienen mayores concentraciones, especialmente las hortalizas de color amarillo oscuro o verduras de hoja verde. No están prohibidos, pero deben ser controlados en la dieta. Se recomienda tomar dos raciones de verduras y hortalizas diarias (mejor una de ellas cruda).

Podemos destacar:

-Espinacas, brécol, lechuga romana, endibias, col rizada, remolacha, espárragos, coles de Bruselas...

-Aceites vegetales (soja y oliva, por ejemplo). Utiliza el de oliva virgen para cocinar y/o condimentar por sus propiedades saludables contrastadas. 4-6 cucharadas aportan la cantidad recomendada

-Aceites vegetales hidrogenados (en comida precocinada, galletas, margarinas, etc...) que contienen una forma de vitamina K que puede afectar al control de la anticoagulación. Analiza las etiquetas de lo que compras

-Frutas como el kiwi, los higos o el plátano

-Legumbres, aunque no todas contienen la misma concentración: opta por las lentejas en pequeñas cantidades 2 o 3 veces a la semana

-Cacao en polvo y chocolate

-Frutos secos como ciruelas pasas, piñones, pistachos y anacardos

-Perejil y orégano

Los análisis bromatológicos señalan que las menores concentraciones de vitamina K se encuentran, entre otros, en:

-Leche desnatada, yogur, queso y requesón. Dos raciones diarias de lácteos semi o desnatados

-Carnes, huevos y pescados

-Cereales y derivados (pan blanco, trigo, maíz, arroz, pasta, integrales preferentemente) y patatas

-Aceite de maíz o girasol, tienen menos contenido pero no son tan sanos como el de oliva virgen

-30 gr. de frutos secos una o dos veces por semana (nueces o almendras crudos)

-Calabaza, berenjena, pimiento rojo, champiñones, rábano y cebolla

-Se recomiendan al menos 3 piezas de fruta al día; mandarina, naranja, manzana, pera, sandía

-Condimentos: ajo, sal, vinagre, azúcar, miel. Aunque son fuente de vitamina K no contribuyen al total diario ingerido porque son consumidas en pequeñas cantidades.

Proponemos un menú saludable:

Desayuno: zumo de dos naranjas, cereales con leche desnatada y un café.

Media mañana: una manzana

Comida: judías cocidas con tomate, un filete de pavo con arroz al vapor y una pera.

Merienda: un café con leche desnatada y una tostada de pan integral con dos lonchas de jamón serrano.

Cena: champiñones al ajillo, revuelto de atún, yogur desnatado.