La presidenta de la Liga Reumatolóxica Galega, Ana Vázquez, tiene 46 años y lleva desde los 7 conviviendo con los fuertes dolores articulares que le provoca la enfermedad de Still, una especie de artritis que ha dejado huella en su cuerpo, pero que no ha logrado tumbar su fuerza de voluntad.

"La enfermedad me condiciona en toda mi vida diaria. Por ejemplo, a la hora de hacer un esfuerzo. Ya no es tanto por el dolor como por el hecho de que, después de tantos años, mis tejidos están dañados", apunta Ana Vázquez, quien, a diferencia de otros pacientes con dolor crónico, sí trabaja, aunque "las bajas son constantes". "Llega un momento en que no lo tengo en cuenta. No puedo permitirme estar todo el día pendiente del dolor, sino me incapacitaría. Cuando estoy ocupada lo voy llevando, lo paso peor cuando piso el freno. La cama, por ejemplo, es mortal", subraya.

La presidenta de la Liga Reumatóxica Galega reconoce, no obstante, que el dolor crónico "convierte a uno en peor persona", y aclara: "Te agria el carácter. Un día estás bien, arriba, y al día siguiente estás mal... es una constante". Por eso pide más comprensión a la sociedad. Y recuerda la importancia del ejercicio, aunque el dolor invite a no moverse. "La inactividad deteriora los músculos y, a la larga, será peor", subraya.