Los especialistas gallegos abogan por un etiquetado más preciso, que especifique los macro y los micronutrientes que aporta el producto, y por una educación nutricional, que tiene que empezar desde la escuela. En este sentido, el profesor José Manuel Miranda explica que, aunque el etiquetado ha mejorado en los últimos años, aún es mejorable. "Los productores están obligados a declarar en el etiquetado la composición, incluido el contenido en grasa, y dentro de esta cuánta es saturada. El problema es que la legislación no dice que tengan que analizar el producto, sino que es suficiente con que calculen las cantidades según las tablas de composición de alimentos", dice.

Miranda aboga por establecer unos límites de tolerancia numéricos y más estrictos en el etiquetado, como tienen ya otros países. "Nuestra legislación permite una tolerancia superior al 20% en la cantidad del componente que se declara en la etiqueta. Pero yo creo que para ciertos componentes, como las grasas saturadas adoptar un sistema parecido al de Estados Unidos y Japón, más estricto, sería más recomendable", alega. Rosaura Leis también se muestra partidaria de un correcto etiquetado. "Puede que cumpla la normativa, pero no me da todos los datos que necesitaría. Ahora bien, el consumidor tiene que saber leer e interpretar estos datos. Es necesaria también una educación nutricional", asegura.