'Taxi driver'. No me imagino a Preysler, Isabel, entrando por la puerta de servicio, qué quieren que les diga. Dando saltitos entre bambalinas con el vestidazo de paillettes recogido en una mano y un Nobel de Literatura en la otra. No una novela, entiéndanme, como hacemos todas, ella lleva al Nobel en persona. En persona, y en esmoquin. Es lo que cuentan que les pasó en la gala de los Goya. Se equivocaron de puerta: eran debutantes, noveles amén de nobeles (ella en calidad de consorte). Como Pablo y Albert, los de la pajarita a punto de arrancarse con el claqué. ¿O ese era Rovira? Pero a lo que íbamos, si el relato es cierto se fueron a la trasera, esa zona que no frecuentan ni ellos ni Carmen Lomana, entre otros. Y, una vez percatados del error, optaron por dar la vuelta al edificio y repetir llegada, ahora sí, triunfal. Así que, ni cortos ni perezosos (es de suponer que por mano alzada de él, todo un caballero) tomaron un taxi. Justo en este punto es donde el relato da pie a dejar volar la imaginación. ¿Imaginan que el taxi de Isabel y Mario, puestas a fabular, fuera exactamente el mismo que pudo haber llevado unas noches antes a Ylenia y el pequeño Nicolás hasta un hotelito? Es lo que tiene la noche. Taxi drivers.

Gafapastas. Después de Hugh Jackman, Tom Hanks o Will Smith. Tras Bradley Cooper, Alejandro Sanz o Antonio Banderas. Siguiendo los pasos de Ricky Martin o Liam Neeson. Kiko Rivera vuelve a visitar a las hormigas de Motos. ¿Kiko Rivera he dicho? ¿Ese, con americana y gafapasta? ¿El romántico y dulce? ¿El padre de familia? "Me las he pegado gordísimas. Una vez me tiré cinco días de fiesta. He sido el número uno, no me lo puede discutir nadie". Ah, menos mal, por un momento vuelve el hombre. Y como no hay entrevistador de fuste que se precie que no arranque confesión sincera a su entrevistado, ésta llegó al fin, al calor del hormiguero y los caprichos de la genética. "Ellos -los hermanos toreros- se han llevado todo", concedió el hijo de Isabel Pantoja "pero, eso sí, la canción es mía". Vale, aceptamos pulpo como animal de compañía. Qué remedio.

Martes 9

El cólico. ¡Señorito, cómo está el servicio! La vida está achuchada para todos. Anita Obregón pasa por un mal momento. Sin solución de continuidad sufre un cólico nefrítico, se enzarza con su amadísimo ex -rompiendo así con una tradición de parejas famosas que se llevan mejor separadas que juntas solo superada por Gunilla von Bismark y Luis Ortiz- y baja su cotización en la bolsa rosácea. ¿Pues no dicen que se sube a las tablas por unos pocos cientos de eurillos cuando antes era como Linda Evangelista cuando no se levantaba de la cama por menos de 10.000 dólares? Pero lo peor no es eso, lo peor es que el padre de su hijo vaya insinuando por ahí -un malentendido, dicen- que es una bocachancla. ¿Bocachancla? ¿No la vieron con Bertín? Un dechado de discreción.

Secretos del corazón. Lo que faltaba por oír. Ahora resulta que, a decir de Carlos Ferrando, que ya es, la folclórica de folclóricas, la de la vida de copla, anduvo en más amoríos de renombre de los que nos relataron. Qué no pasaría en ese rodaje, también de tonadilla, folclore y copla, en la que la prensa rosa, la voz del pueblo, ennovió a la doña con un renombrado galán y al que se suma, ahora, por boca del plumilla, otro acorde suelto más. Qué tendrá la mujer, que los mata cantando. Y debe de ser de raza, porque el hijo, tres cuartos de lo mismo. En su caso, literal. Dice el cronista que fue un amor musical y secreto, y que acabó como azucarillo en aguardiente. Con resaca, vamos.

Currículo. El extraño muchacho antes conocido como pequeño Nicolás, actualmente Fran, en su tránsito -cada vez más frecuente, todo hay que decirlo- de las bambalinas de la política y los secretos de Estado a las de la farándula y los secretos de alcoba, se somete a un test de inteligencia de todo a un euro. Se lo hace la gente de Jorgeja, quién si no, y el resultado le sitúa por detrás de Belén Esteban y Yola Berrocal. Con un cociente intelectual un punto por encima de Karmele Marchante. Dejemos de lado a Esteban y Marchante. Vayamos a Yola. Lo que pasa es que está infravalorada. Ahora anda pidiendo trabajo en El chiringuito de Pedrerol. Pero le pusieron el sambenito. Wikipedia, sin ir más lejos, la presenta como "un personaje mediático de España que ha hecho algunos trabajos como bailarina, cantante y actriz de escasa importancia". ¿Cómo de escasa importancia? Bailó en los coros de José Luis Moreno, que eso tiene mérito; anduvo colgada del brazo del padre Apeles, que tiene mucho más; se encerró en un reality con Pocholo, que todavía muchísimo más. Incluso fue candidata a la alcaldía de Marbella, con lo que, por poco, no se convierte en sucesora del reo Julián, otrora amor rociero de la cantante Isabel Pantoja. ¿Qué más currículo quieren?