El Centro Oncológico de Galicia es para la doctora María Veiras su segunda casa. Todo lo que la rodea en el hospital coruñés lleva el nombre o el sello de su padre, Camilo Veiras, impulsor del centro. "Aquí nos traía mi padre, a mí y a mis hermanos, cuando éramos pequeños. Hasta se olvidó de nosotros alguna vez, cuando todavía estaban las monjas trabajando aquí", recuerda María, quien reconoce haber heredado la vocación por la oncología de su progenitor, fallecido en 2009 víctima de la enfermedad que se dedicó a curar y tratar a lo largo de toda su carrera profesional. "Estaba haciendo la residencia en Madrid y, cuando mi padre me llamó para decirme que tenía cáncer, no me lo podía creer. Tardé unos días en asimilarlo", recuerda la doctora Veiras, quien reconoce que el hecho de ser oncóloga, al igual que su padre, le sirvió para anticiparse a lo que podría pasar. "Otros miembros de la familia no estaban al tanto de todo lo que había, y tampoco preguntaban. No todo el mundo quiere saber todo, y eso también hay que respetarlo", remarca.

María Veiras admite que la enfermedad de su padre le "enseñó a estar en el otro lado, a saber qué es lo que necesita la gente". "Pararte y sentarte a escuchar qué es lo que siente el paciente que tienes enfrente... es algo que no se aprende en los libros. Es la medicina que yo siempre he visto en mi casa", apunta esta especialista coruñesa, y recalca: "El enfermo no es un número. Es una persona con sus circunstancias, además de su enfermedad".

A veces los hijos de enfermos de cáncer viven con miedo a desarrollar esa dolencia. No es el caso de la doctora Veiras. "Esta profesión, y todo lo que ves a diario en la consulta, te ayuda a relativizar. La vida es para disfrutarla, porque nunca sabes qué es lo que te va a pasar mañana", destaca, y recuerda: "El año y medio que mi padre pasó entre la primera etapa de su enfermedad y la segunda, cuando el cáncer ya estaba diseminado, fue uno de los mejores de su vida. No se obsesionó con las revisiones. Lo exprimió al máximo, disfrutó como nunca de su mujer y de sus hijos, organizó montones de cenas con sus amigos... fue muy feliz".