Mientras Teresa Helbig presentó una colección lujosa, cargada de suntuosidad, Etxeberría apostó por la riqueza de las plumas para coser soberbios abrigos que bien podrían bailar con los vestidos de ganchillo de María Ke Fisherman. Se puede decir que la moda española camina a buen ritmo porque durante la cuarta jornada de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid se vio talento, esfuerzo y unas colecciones realizadas con tejidos y materiales ricos, que desvelan el interés que existe por la calidad y el trabajo artesanal.

Bajo esta filosofía, Teresa Helbig afianza su trayectoria y volvió a iluminar la pasarela madrileña con un canto de entusiasmo y una colección "extrovertida" y cargada de luz con la que quiso celebrar sus dos décadas en el mundo de la moda. "Nunca pensé en llegar hasta aquí y vamos a celebrarlo", comentó la diseñadora.

Una actitud entusiasta que se transmitió a través de prendas con las que quiere homenajear a "todas las mujeres Helbilg", sin caer en una revisión del pasado, mostrando el proceso "evolutivo y creativo" que la ha llevado hasta donde está. En el intento de retratar a cada una de esas mujeres con su propia personalidad, dibujó sobre la pasarela desde la bibliotecaria hasta la adolescente coleccionista, o la romántica incurable, "incluso a una sofisticada loca por el running" para la que propone coloridos pantalones super ajustados de lentejuelas.

Sin caer en una revisión del pasado, el deseo de volar hacia el futuro se plasmó en algunos diseños con una metáfora llena de simbolismo, colibríes bordados con hilo y pedrería en el borde de cuellos o estampados en los vestidos.

Románticas y muy atractivas resultaron las propuestas de noche, entre ellas, diseños de terciopelo bordado en oro o un vistoso vestido largo cuajado de abalorios negros, "como si fuera efecto caviar", cuenta esta catalana que ha cosido estas perlas negras una a una hasta crear un modelo que pesa seis kilos y que crea musicalidad al andar. Crepé de lamé, un arriesgado visón teñido con los tonos de las frutas del bosque, un abrigo en rosa con el cuello cuajado de diminutas y bellas flores de porcelana beige, en un desfile que estuvo amenizado con la música de Aldo Comas, marido de la actriz Macarena Gómez e íntimo de los jóvenes Grimaldi.

Muy artesanal y con pieles muy especiales, de mucho poderío, Etxeberría presentó una colección de abrigos, una prenda de la que se considera "un enamorado", dijo el creador, quien vistió con uno de sus diseños a Woody Harrelson en la última película de la saga Los juegos del hambre. Abrigos largos hasta el tobillo, de corte recto y con mucho volumen protagonizaron esta propuesta,que combina mezclas de total actualidad como soberbios cueros y carísimas pieles de pelo o con otras más inusuales, como las plumas y la porcelana. "Son prendas muy reconocibles", matizó Etxeberría, quien debutó en la pasarela madrileña, en 2013, precisamente, con una colección-abrigo.

Sus colecciones evolucionan sobre sí mismas, aguantando la dificultad que entraña trabajar con pieles mezcladas con paños y tejidos gruesos. Por primera vez trabaja las plumas de pato ánsar, una material con el que ha construido abrigos con foro de seda y costuras pulidas que, "solo se harán por encargo, si alguien se encapricha de ellos", dijo el diseñador vasco, que se atreve a mezclar las plumas con la porcelana. Sobre su experiencia en la pasarela de Nueva York, destacó que desfilar en esa ciudad supone una inversión en "posicionamiento de marca". "Verte en el canal ABC con 4 millones de espectadores es además muy emocionante", añadió Etxeberría.

Cañera y punky pero también delicada, minuciosa y artesanal fue la propuesta de María Ke Fisherman, firma que atesora la creatividad y el talento de María Lemus y Víctor Alonso, una pareja que abandera el ganchillo y el punto con sello de identidad. "María ha trabajo el punto desde niña, no le cuesta diseñar prendas de punto", contó Alonso, quien recordó que estas prendas se las siguen haciendo las mojas de clausura.

Inspirándose en películas japonesas de los años 70 y 80, este dúo creativo propuso pantalones y faldas de charol y látex, prendas de pelo tres dimensiones, "es ropa técnica de fantasía que juega con la tradición del punto artesanal", matizó el joven extremeño acostumbrado a vestir a celebrities como Miley Cyrus, Katty Perry o Lady Gaga.

Por la mañana, Roberto Torretta celebró su veinte aniversario con una colección "femenina, sensual y urbana", en la que fusionó la tradición de la alta costura con la modernidad, un atractivo matrimonio que siempre ha estado presente a lo largo de su carrera, veinte años dedicado a la moda.

Sobre la pasarela apabulló la lencería de Andres Sardá, de líneas contundentes y definidas, con contrastes gráficos, lentejuelas reversibles y tul bordado sobre un tul invisible a modo de tatuaje, una oda al lujo, a la sofisticación y a la sensualidad, más cuando aparece en escena un body-vestido que recordaba la estética de los años 20.