Hace cuatro siglos que se conocen casos de pacientes con trastornos de alimentación „el británico Richard Morton describió en 1694 el cuadro clínico de dos enfermos que sufrían lo que a finales del siglo XVIII, William Gull bautizó como anorexia nerviosa„, pero cuando hace sólo 20 años un grupo de padres coruñeses detectaron que sus hijos tenían un problema de

este tipo, se encontraron que estas enfermedades eran todavía unas grandes desconocidas y que "la respuesta y la ayuda que recibían desde el sistema sanitario público era insuficiente". Por ello, en octubre de 1996 decidieron unir sus fuerzas y fundar la Asociación de Bulimia y Anorexia de A Coruña (ABAC) con un claro objetivo: "No sólo informar a otras familias en su misma situación sino convertirse en un centro de referencia para el tratamiento de estas patologías", señala la directora, Fátima Pérez, quien explica que en la actualidad atienden a 86 pacientes, de 12 a 60 años, la mayoría mujeres.

La asociación arrancó en una pequeña sede en la calle Fonseca con un equipo formado por psicólogos y psiquiatras. La idea, desde sus inicios, era prestar la atención multidisciplinar y personalizada que entonces no ofrecía el servicio público. "Si ahora los trastornos de alimentación todavía están en pañales, hace veinte años era peor", señala Pérez, quien explica cómo en los inicios de ABAC no existía "una atención especializada en el Sergas para estos pacientes" ni la Unidad de Desórdenes de Comportamiento Alimentario (UDAL), ubicada en Santiago, pero que funciona para toda Galicia. Aún hoy en día, Pérez resalta que el papel de ABAC es fundamental. "Para acudir a esta unidad gallega tienes que ser derivado desde psiquiatría y los pacientes van cada tres o cuatro meses cuando en nuestro centro tienen unas seis consultas al mes y además acuden al comedor terapéutico", explica Pérez, quien asegura que la asociación ofrece un "tratamiento multidisciplinar", integrado por cinco áreas: atención psicológica, psiquiátrica, nutrición, terapia ocupacional y recuperación física funcional.

La Organización Mundial de la Salud calcula que un 5% de la población sufre un trastorno de la conducta alimentaria „desde anorexia, bulimia o trastorno de atracón hasta ortorexia o vigorexia„, pero los expertos sostienen que una gran parte no están diagnosticados. Desde ABAC reconocen que se ha mejorado en la prevención de estas enfermedades „los médicos detectan antes casos sospechosos, hay más centros y se investiga más„, pero aseguran que todavía queda mucho por hacer. "La gente llega a la asociación con más información que hace años porque las nuevas tecnologías permiten buscar datos, pero en ocasiones se trata de un exceso de información y no siempre

correcta", señala Fátima Pérez, quien alerta de que perviven falsos mitos sobre estos trastornos. "Mucha gente todavía cree que son cosas de niñas malcriadas, que no tienen cura... y siguen siendo enfermedades estigmatizadas al no dejar de ser un trastorno mental", señala la directora de ABAC.

La edad a la que se producen este tipo de trastornos de alimentación es otro de los falsos mitos, según Fátima Pérez, que perviven hoy en día. Pese a que reconoce que el "boom" de afectados se da en la adolescencia, en el centro cuentan con pacientes de 12 a 60 años e incluso han tratado a gente de 65. Eso sí, desde ABAC niegan que el espectro de edad de los pacientes haya variado mucho en las últimas dos décadas. "Siempre ha habido personas de 60, por ejemplo, con estos trastornos. Lo que ocurre que llevaban 20 años con el problema y es a edades más avanzadas cuando deciden consultarlo, se trata de algo que siempre estuvo latente", explica. Una tesis que defiende también para el adelantamiento en la edad de diagnóstico. "No sabemos si cada vez nos llegan pacientes más pequeños por la presión social con los niños con sobrepeso, porque ahora se detecta antes en las consultas de pediatría..., pero está claro que ocurre como la violencia de género. ¿Antes no existía? Siempre ha existido pero ahora se conocen más casos", señala y apunta que en los dos últimos años han experimentado un repunte de casos hasta superar los 80 anuales.

Síntomas de alarma

Pérdida de peso progresiva o brusca, justificaciones para evitar la comida, respuestas agresivas hacia los comentarios sobre su manera de comer, incrementar el ejercicio físico, largas visitas al baño después de comer, aumento de la fatiga, dificultades para concentrarse o un mayor aislamiento son algunos de los indicios que pueden saltar las alarmas. En función del trastorno „dejar de comer (anorexia), obsesionarse por la alimentación sana (ortorexia) o vigorexia (adicción al ejercicio físico)„, la enfermedad deriva en diferentes síntomas cognitivos (negatividad hacia su cuerpo, distorsión de la imagen corporal o perfeccionismo), emocionales (tristeza, baja autoestima, miedo intenso a engordar) o físicos (ausencia de menstruación, anemia, problemas dentales, insomnio... incluso arritmias", según expertos de ABAC).

Una vez detectado el problema, el protocolo en ABAC en similar para todos los pacientes. "Se realiza una primera consulta de valoración „si es menor acude con sus padres y si es adulto se aconseja que vengan con familia o su pareja„ en la que se les proporciona información sobre lo que sucede y se planifica el tratamiento", explica Fátima Pérez, quien resalta que en el caso de ABAC, la terapia incluye consultas con el psicólogo, el psiquiatra y el nutricionista, pero también el comedor terapéutico, al que acuden un 20% de los pacientes que son tratados en ABAC. "Tras la consulta van al comedor, donde tienen una hora para comer un menú igual para todos los pacientes „excepto que tengan una dieta especial por diabetes o alguna intolerancia„ ya que tienen que aprender a enfrentarse con la comida: si toca pescado, toca pescado", señala la directora de esta asociación, quien explica que después hay un periodo de descanso y a las 16.30 horas comienzan actividades de ocio como fotografía, yoga, crear un huerto urbano o planificar la revista que cada varios meses publican los propios pacientes del centro. "El objetivo es que no vean el comedor como un martirio", sostiene. Además, el último servicio en incorporarse a ABAC es la recuperación física funcional. "Es clave para la recuperación de la masa muscular que pierden estos pacientes", señala.

Desde 2013, esta asociación cuenta con un centro en el Barrio de las Flores que les ha permitido unificar todos los servicios en un mismo lugar. Hasta entonces hubo varios cambios de sede y apertura y cierre del comedor terapéutico que abrió en 2000 gracias a la Fundación Vidal Ríos y que reabrió cuatro años más tarde mediante un convenio con la Fundación Barrié y María José Jove. Además de la asistencia, expertos de ABAC imparten charlas periódicas para familiares y realizan talleres de prevención en colegios.

Pese a los avances en las dos últimas décadas, desde ABAC afirman que todavía queda mucho por hacer. "A nivel social hemos empeorado, el peso ideal de una adolescentes actual es unos 8 kilos menos que el que era hace 20 años", indica Pérez, quien lamenta que se fomente la idea de que hay que ser delgado y joven para triunfar. "La presión social, el no encontrar tallas por sí solo no provoca el problema pero lo favorece", afirma Pérez, quien tiene claro que los factores ambientales "no son la causa" de los trastorno de alimentación pero pueden fomentar su aparición en personas "predispuestas". "Antes ser gordito era un triunfo social, hoy esto ha cambiado y la sociedad actual favorece los trastornos de alimentación", indica.

Pese a faltar todavía siete meses para que se conmemore el 20 aniversario de la fundación de ABAC, desde la organización ya preparan los actos para festejar esta efeméride. "El objetivo es organizar unas jornadas o congreso con expertos relevantes", señala Fátima Pérez, quien espera que éste solo sea uno de los múltiples eventos que conmemoren el aniversario de la entidad.