La auxiliar de enfermería gallega Teresa Romero, que superó el ébola tras contagiarse cuidando a un misionero infectado, explicó ayer a la jueza María Teresa Abad que no recibió formación específica para tratar pacientes con esta enfermedad. Romero testificó durante casi dos horas ante el juzgado número 21 de Plaza de Castilla en calidad de perjudicada en la investigación de la denuncia de quince médicos del Hospital Carlos III sobre el riesgo que hubo de contagio para los profesionales sanitarios. "Cuesta creerlo, pero las cosas fueron así. La formación consistió en el día a día, charlas informativas... pero no hubo una formación específica", señaló la auxiliar a los medios a las puertas de los juzgados.

Durante su declaración en el juzgado, Romero respondió a las preguntas de su abogado, del fiscal y demás letrados personados en la causa, que está en fase de instrucción. Después explicó que ella no es quién para decir si hubo delito contra la salud pública, sino que simplemente acudió al juzgado a explicar su experiencia y cómo vivió la situación en primera persona. Antes de entrar a declarar, Romero mantuvo una conversación con periodistas en la que ha confesado que revivir la experiencia que pasó significa "llorar continuamente". No obstante, manifestó que se encuentra "muy bien y muy recuperada" del virus que contrajo en septiembre de 2014, el primer contagio que se produjo en Europa.

La auxiliar de enfermería gallega se infectó mientras atendía al misionero y religioso español Manuel García Viejo, que había sido repatriado desde Sierra Leona y que murió el 25 de septiembre de ese año.