Hoy hace un año que Sara, una niña lucense que entonces tenía 9 años, pudiera por fin ver reflejado en su DNI el nombre elegido por ella, un nombre femenino, que es el sexo que ella siente desde que tiene uso de razón, en lugar de Hugo, el nombre con el que sus padres la registraron al nacer.

El auto dictado por la juez Susana Vázquez Mariño, en su calidad de responsable del Registro Civil de Lugo, aceptaba la solicitud formulada por los padres de Sara, convirtiéndose en el primer caso de Galicia de estas características y el número 12 de toda España.

Su madre, Cristina Palacios, es la presidenta de la asociación de menores transexuales Chrysallis en Galicia. Desde esta asociación aseguran que una sentencia de la Sala Primera del Tribunal Supremo favorable a la rectificación del sexo registral de las personas transexuales menores de edad, o una sentencia del Tribunal Constitucional en similar sentido, "sí tendría los efectos generales que todas las familias ansiamos". Con esa reclamada reforma legislativa esperan que se ponga fin "a la precaria situación actual de los menores transexuales ante los registro civiles, y que tanto menoscabo en su dignidad como personas y en su derecho a la intimidad generan en cuanto tienen que identificarse públicamente".

Chrysallis asegura que en estos momentos "no existe un criterio común y la decisión queda en manos de cada juez". Por ello, exigen que la legislación registral "prevea expresamente a los menores transexuales, para permitirles, tanto el cambio de nombre como la rectificación del sexo".