Los espectáculos del mentalista Víctor Cerro (Plasencia, 1977) tienen truco pero también entrañan riesgos. Ha logrado permanecer congelado durante más de dos horas, se encerró en un horno de gas encendido casi veinte minutos y ahora se propone, por primera vez en el mundo, enseñar a conducir a un ciego utilizando su magia. El mago está entregado a resolver los misterios de una casa del barrio madrileño de Chueca en la que asegura viven los espíritus de sus antiguos propietarios: un matrimonio que falleció en lo que fue una pensión maldita de finales del siglo XIX.

-Señor Cerro, ¿qué es la magia extrema?

-Es la disciplina que une la magia con la ilusión, el escapismo y los deportes de riesgo.

-¿Cómo le dio a usted por dedicarse a la magia?

-El ilusionismo y los deportes de riesgo siempre me han gustado, así que no vi una disciplina mejor para dedicarme que la magia extrema. Me gusta todo tipo de magia, pero sobre todo esa magia antigua de unos hombres con ciertas capacidades de ilusión que se convertían en asesores de reyes. Mi madre es antropóloga y me explicó que en la antigüedad, los hombres que más poder tenían eran los que presumían de dominar a la naturaleza: los brujos y los magos.

-Pero en realidad no la dominaban?.

-No y como si se equivocaban ponían en peligro sus vidas se inventaron la religión, crearon a Dios para tener una salida en el caso de que fracasase el ingenio.

-¿Quiso entonces desde niño ser brujo?

-Quise mostrar el poder real de la magia como ilusión. Rasputín era un ilusionista que llamó de tal forma la atención del zar y de la zarina que se convirtió en el hombre más poderoso de Rusia. A los rasputines de los políticos de hoy en día los llaman expertos pero en general y afortunadamente carecen de la capacidad de crear las ilusiones que conseguía Rasputín.

-¿Cómo descubrió usted su talento para la magia?

-Yo era muy mal estudiante. Mi padre siempre me hablaba de un amigo ilusionista y cuando tenía 13 años lo conocí. Hizo que desapareciese un coche de juguete delante de mí y en ese momento le dije que quería ser mago.

-¿Qué le respondió?

-Que para ser mago hay que estudiar mucho. Dejé de ser un mal estudiante y me dediqué a aprender todo lo que tuviese que ver con la magia. El amigo de mi padre me dirigía porque a la magia se llega, no se enseña.

-Y ya ha logrado varios récords mundiales en ilusionismo.

-El primero fue permanecer congelado durante dos horas y 36 minutos.

-¿Qué se siente viviendo dos horas y media congelado?

-Hay un truco que saqué de un libro sobre gurús hindúes en la época de la colonización inglesa. Estas personas se congelaban vivas para demostrar su poder ante las castas.

-Dígame el truco, por favor.

-Lo primero que quiero decir es que aunque hay truco es un truco muy peligroso. Hay que tomar té y jabón. El ácido oxálico del té mezclado con glicerina produce en tu cuerpo una reacción exotérmica que desprende calor. Sufres unas fiebres tremendas así que el hielo no te mata sino que te salva. Yo ensayaba este truco en el congelador de una gasolinera de Plasencia.

-¿Cómo se resiste en un horno 17 minutos, otro de sus récords mundiales?

-Relajándome lo máximo posible para hacer que la sangre recorra el cuerpo sin llegar a los vasos capilares. Llevé unas botas muy resistentes y evité que el cuerpo tocase las paredes del horno. Lo que hacía era respirar poquísimo, lentamente y con los labios casi cerrados para que el fuego no me quemase los alveolos pulmonares.

-Así que en la magia siempre hay truco?.

-Sí, aunque hay cosas que no tienen explicación como las relaciones que se pueden mantener con el más allá.

-¿Se refiere al espiritismo?

-Hablo de contactos con energías que estuvieron entre nosotros. Es lo que hago ahora en Madrid Paranormal, donde trato de acabar con la maldición de un edificio de Chueca construido en 1890.

-¿Qué maldición?

-Ahí vivía un matrimonio que regentaba una pensión y fallecieron de forma terrible por culpa de una huésped. La dueña de la casa contactaba con los espíritus y a la señora no le gustó nada lo que le dijo en una de las sesiones de espiritismo.

-¿Cómo se hace mentalista a una ciudad como Cáceres?

-Lo que hice en ese reto es llegar a un lugar elegido por una persona guiándome tan solo por el contacto con la piel de esa persona. Es una forma de telepatía desarrollada llamada cumberlandismo que cualquiera puede desarrollar con mucha entrega y dedicación.

-¿Cuál es su próximo reto?

-Quiero enseñar a un ciego a conducir utilizando la magia y será el primero en el mundo que lo haga.