El mal uso de los medicamentos constituye ya la cuarta causa de muerte en el mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), que alerta de que casi la mitad de los fármacos se prescriben o consumen de forma errónea. Una sensación que también perciben los boticarios coruñeses y por ello desde el Colegio Oficial de Farmacéuticos de A Coruña han organizado unas charlas para informar y resolver dudas sobre medicinas. "Nuestra experiencia nos indica que hay bastante desinformación y que perviven muchos tópicos sobre los medicamentos. El principal problema es que si se toman mal, se reduce su eficacia", sostiene Luis Brizuela, farmacéutico de San Gema que hoy, a las 18.30 horas, impartirá una charla sobre este tema en la Asociación Vecinal de As Atochas-Montealto- A Torre.

Brizuela tiene claro que los pacientes de la tercera edad son los que cometen más errores con la medicación. "Sobre todo porque toman varios fármacos y los conoccen principalmente por la caja y el color de las pastillas, con lo que si se cambia la prescripción y se les da otro, tienen problemas", sostiene, aunque reconoce que todavía hay falsos mitos que perviven en gran parte de la población como "que los anticonceptivos no necesitan receta", que todas las pastillas se pueden morder, que todos los antigripales son iguales o que "al ser un fármaco que no cubre la seguridad social no se necesita prescripción médica para adquirirlo".

►Cuando se precisa manipular el medicamento. Aquellos fármacos que requieren de un uso manual para su administración -inhaladores, supositorios, etc.- "son los que presentan un mayor número de errores en su aplicación", señala el farmacéutico coruñés Luis Brizuela. "Excepto en el caso de la insulina, donde tanto el médico como el farmacéutico insiste mucho en un uso correcto, en el resto de los llamados dispositivos de uso suele haber errores", señala y pone varios ejemplos: "Suele haber problemas al coordinar la respiración y el inhalado en los inhaladores para el asma y tras su uso conviene enjuagarse la boca, algo que no hace casi nadie". "El 90% de la población, por ejemplo, utiliza mal los supositorios que hay que introducir con la punta hacia atrás", resalta.

►Partir las pastillas. Trocear, morder o disolver algunos medicamentos puede reducir en gran medida su eficacia ya que están pensados para su absorción por la mucosa oral a través de su disolución. "Una pista para saber cuáles no se pueden partir es su modo de presentación. Las pastillas que tienen una especie de recubrimiento como las cápsulas no se pueden trocear ya que están recubiertos para evitar que pierdan eficacia al entrar en contacto con los jugos del estómago", señala Brizuela, quien explica que dentro de las que no conviene triturar está el ibuprofeno o la metformina para la diabetes. "Solo se puede partir aquellas que se disuelven en el estómago y no en el intestino", señala y aclara que, en caso de duda, lo ideal es nunca partir ni disolver el medicamento.

►Horarios. Olvidarse de tomar una pastilla y decidir tomarla un par de horas después cuando uno se ha recordado es otro de los grandes errores que competen muchos pacientes. "En función del principio activo del medicamento debe tomarse a unas horas determinadas. La eficacia de algunos fármacos no es la misma si se toman de día que de noche", señala este farmacéutico, quien aconseja seguir a rajatabla las recomendaciones del médico. "En el caso de los medicamentos para el colesterol hay que tomarlos de noche porque es cuando el organismo fabrica el colesterol. Si se toman de mañana, el efecto es menor. Y el omeprazol, por ejemplo, para que aumente su efecto debe tomarse en ayunas, unos 20 minutos antes del desayuno", resalta. Ocurre lo mismo con medicamentos estimulantes -que no deben tomarse de noche- o con aquellos que producen somnolencia -que se consumen en horario nocturno-. Los antibióticos son otro ejemplo de fármacos que precisan de puntualidad en las tomas para garantizar que actúan correctamente contra la infección en el organismo.

►Tomarlos con o sin alimentos. De nuevo conviene seguir las indicaciones del médico o el prospecto ya que en función del medicamento hay alimentos que "pueden interaccionar y reducir o retardar su efecto" y que hay que evitar cerca de la toma del fármaco. La leche y sus derivados, por ejemplo, reduce la eficacia de algunos antibióticos o medicamentos para la osteoporosis. Los alimentos ricos en vitamina K (desde coles, brécol hasta la lechuga o el té verde) disminuyen la eficacia de ciertos anticoagulantes orales. El pomelo, contraindicado durante tratamientos de quimioterapia, aumenta la toxicidad de fármacos como los ansiolíticos, antiepilépticos o inmunodepresores. La soja puede aumentar los efectos adversos de antipsicóticos, anticoagulantes y antiinflamatorio y los quesos curados o el salmón ahumado no se aconsejan en pacientes con tratamiento para depresión.

►Caducidad. La fecha de caducidad que aparece en los envases se refiere al medicamento sin abrir, pero una vez abierto hay algunos fármacos cuya duración es limitada. Especial cuidado hay que tener con los jarabes que se guarden. Conviene comprobar siempre que mantienen la textura y color original y sino desecharlos.

►Cumplir el tratamiento. Abandonar la medicación al notar mejoría, especialmente con antibióticos, no sólo puede hacer que la enfermedad resurja sino crear resistencias al fármaco que los hace ineficaces en sucesivas tomas.