Aunque el estudio de la Unidade de Psicoloxía do Consumidor de la USC permite disponer de datos de niveles de consumo en adolescentes y ver su evolución en el último año, Rial Boubeta enfatiza que también se buscaban factores de pronóstico que fueran útiles para orientar el trabajo a nivel preventivo. En ese sentido se detecta una correlación "significativa" de los niveles de consumo con variables como la impulsividad (no ser capaces de controlarse a la hora de beber) y las expectativas que vinculan el alcohol con una mayor facilitación social, diversión, sexo y reducción de la tensión, correlación no tan importante en el caso de la percepción de riesgo (del que son conscientes), la información o el nivel de autoestima.

No obstante, Rial Boubeta destaca que aspectos "aparentemente obvios, pero a menudo descuidados", también inciden, como el consumo por parte de hermanos y amigos, la hora de llegada a casa o el dinero disponible. "Tienen un peso mayor de lo que cabría pensar", sostiene este experto, para quien el dato debe invitar a la reflexión a las familias, que deben preguntarse con quién anda su hijo, a qué hora llega y cuánto dinero lleva en el bolsillo. Así, los datos muestran que el 51,5% de los jóvenes que se emborrachan llega a casa con posterioridad a las cuatro de la mañana y otro 26,2% de los que lo hacen regresa entre las 2.00 y las 4.00 horas. También permiten constatar que una tercera parte de quienes se embriagan lleva 21 o más euros en el bolsillo. Por lo que respecta a los "pares", las tasas de jóvenes que se emborrachan son cuatro veces mayores si sus amigos beben y dos veces mayores si lo hacen sus hermanos.