Mini. Mini Víctor. Así le llaman. Para distinguirlo de Víctor grande, el papá. Así lo llama, a su vástago, Beatriz Trapote, la tía política de la hija de Belén Esteban, para que me entiendan. La periodista, exconcursante de telerrealidades, amago de escritora, que se casó con el hermano del padre de la hija de la Esteban. Allí estaban todos. Estaban, sobre todo, Jesulín y María José la odontóloga, repeinados. Y estaba mini Humberto, bueno, Humberto jr, por diferenciarlo del tigre de Ambiciones -por diferenciarlo de Currupipi- porque mini es mucho decir de un tiarrón. Estaban todos. Menos la hija de Belén. Y no era cosa de la madre, esas broncas del pasado, esas miradas torvas a cámara, esos mensajes con el dedo enhiesto... Qué va. Ella quería que fuera, la regañó. El pasado y el presente de Jesulín ahora más menos empatiza, lo mínimo, lo justo, tampoco se me vengan arriba. Estas ententes duran lo que duran. Pero ya no hay más "me lo llevo". Hay, pásmense hasta piropos y parabienes: "He visto a María José con ese peinado guapísima, le queda súper bien y doy la enhorabuena a toda la familia". Las chicas de Sexo en Nueva York las llamarían amienemigas. Mientras, la mamá de neófito utiliza las redes para mostrar al mundo cómo crece mini.

La salchipapa. Se podrá discrepar acerca de la ortodoxia de la receta original. También hay que tomar en consideración las calorías que aporta. Pero ahí está la salchipapa. Un fast food de origen latino y un clásico de los chiringuitos de playa. Una posible forma de elaboración es la que sigue: cortamos las salchichas y las patatas y las freímos o las asamos al horno, al gusto; elaboramos una salsa casera, o una mayonesa con tomate o cebolla o tiramos de ketchup o mostaza y se lo añadimos. Eso hasta ahora. La salchipapa, en adelante, es el nuevo hit, la canción del verano, el baile de moda, la melodía que no podremos sacar de la cabeza. La salchipapa lleva por título el nuevo pelotazo de Leticia Sabater. No digo más. Prepárense. Ya no podrán pensar en otra cosa.

Herederos. Ya lo dice la sabiduría popular: El que deja herencia deja pendencia. Estos dichos se cumplen hasta en las mejores casas. Recuerden, qué sé yo, los Pantoja Rivera, los Dúrcal Morales, incluso los Thyssen. Aunque luego se suelen arreglar entre ellos. O con vistas al canal. Lo que nunca imaginaría nadie es que estas disputas de familia, riñas de sobremesa, desencuentros de mesa camilla, se dieran en el Olimpo. Más que nada porque donde moran los dioses no hay trapos sucios que lavar, todo es más blanco que Sálvame naranja. Una creía que la diosa del cuché, la nueva Hebe, estaba por encima de las cosas terrenales. Y sin embargo ahí anda la reina de corazones, cuestionada. Claro que come a gusto y placentero, y que ayune tu heredero. Reza otro. Refrán.

De repente. Hay derrepentes que te alegran el día. O te lo hunden. Por ejemplo: De repente reaparece José Manuel Parada. Reaparece, habla y sube el pan. De molde. Como su boquita. Encabeza un acto público-canónico de recuerdo y homenaje a su buena amiga Maru. Quieras o no, loable. Reaparece rodeado de troupe: Malena, Jenny... en fin. Reaparece mete -un poco más- el dedo en la llaga. Que si no reciben el reconocimiento que merecen, Maru o Sara, que si la familia tal cual. Como el tema no da mucha carnaza (lejanos ya los tiempos del barco del amor) reaparece y se mete en harinas más candentes, de su otrora amiga Isabel y de sus examistades y de su soledad (presunta, señor juez). Vamos, un de repente. Vintage. Un poco.

La teoría económica. El analista Lequio, aunque es conocido por plantar a Antonia de l'Atte por Ana Obregón y ponerle los cuernos a ésta con una azafata, y por una portada en cueros, y por otra en la cama con Mar Flores partiéndose el pecho, tiene formación económica. Por eso da un nuevo enfoque al culebrón de la modelo y su todavía marido. Sostiene el experto, como conocedor del tema y desde su sangre azul -es bisnieto de reyes y por eso a su hijita a punto de nacer la bautizará con nombre de reina, Ginevra o Ena, ya verá- que el matrimonio no se ha separado. Que ha sido todo un trampantojo. Una estrategia, una jugada, una treta, un ardid jurídico-fiscal o algo similar. Hombre, en puridad, no se han separado. Ahí la propia interesada, a pesar del cruce de dardos envenenados con el lenguaraz, y quizá de forma inconsciente, le da la razón. Esta pareja lo que ha llevado a efecto es un cese temporal de la convivencia. También. Téngase en cuenta que hablamos de gente de alto standing. El resto de los mortales se separa o se divorcia o se manda al carajo, sin más. Sin comunicados. Ni un mísero plató. Ni un polígrafo. Siquiera.