Es un elemento que no suele faltar en nuestros desayunos y sobremesas, pues forma parte de nuestra cultura gastronómica. También es lo que más se consume en las cafeterías a media mañana o de merienda. La verdad es que a cualquier hora recurrimos a su consumo porque se presta a ello. Y cada uno tiene sus preferencias: solo, con leche, cortado, descafeinado, etc. ¿Has pensado alguna vez cómo son capaces de acertar los camareros?

Las dudas sobre el consumo de café surgen cuando se publican alarmantes noticias relacionadas con la cafeína y sus efectos negativos sobre la salud. Pero debemos pensar en que estos problemas afectan, especialmente, a personas con problemas cardíacos y que asocian el consumo excesivo de cafeína (en bebidas "energéticas" por ejemplo) con el de altas cantidades de alcohol. No hay que renunciar al café de la mañana.

El café procede de la planta del café o cafeto, de la que se conocen muchas especies. Las más usadas comercialmente son la Coffea arábica (de aroma intenso y dulce y con un 1.5% de cafeína aproximadamente) y la Coffea canephora (o Robusta, de sabor y aroma fuerte y casi un 3% de cafeína). Se considera que la variedad arábica presenta una mayor calidad.

Para que llegue a nuestros hogares con todas sus propiedades, se procesa inmediatamente tras la recolección. Se seca, se extrae la cáscara y se eliminan los granos en mal estado, obteniendo así el café verde. Después se tuesta (torrefacción) para eliminar el resto de agua, activar reacciones entre sus componentes y aumentar sus propiedades organolépticas. El color final es marrón, el sabor agridulce (por la formación de glicoslamina y malanoidina) y el olor lleno de sustancias volátiles. Se muele y se obtiene un polvo (que puede ser utilizado en cafetera, cápsulas, etc.)

Si se quiere preparar descafeinado, la cafeína se extrae disolviendo los granos de café verde en un disolvente específico que la elimina. Después se evapora el exceso, se lava el grano y se seca con aire caliente. A partir de ahí, se procede al tostado.

Cuidado especial con los fraudes alimentarios (definidos como "la adulteración deliberada de los ingredientes de un determinado producto o la manipulación de los envases con ánimo de lucro") que se producen en algunos productos de uso habitual como el café. Aunque no sea un producto muy caro, se falsifica el origen y método de elaboración (para incrementar su precio) porque hay denominaciones que tienen mejor fama que otras. En ocasiones se pueden encontrar restos de sustancias no permitidas que no suelen ser peligrosas para la salud pero no pueden aparecer en el producto final.

Entre sus efectos en nuestro organismo, destacaría:

-Nos despierta porque contrarresta los efectos de la melatonina que sigue circulando por nuestro organismo al levantarnos.

-Nos estimula a nivel cerebral porque la cafeína es similar a la adenosina y la bloquea en los receptores. Así mejora la actividad mental y tiene efectos positivos para evitar padecer depresión.

-El metabolismo de la cafeína produce: teofilina (aumenta el ritmo cardíaco), teobromina (incrementa los niveles de oxígeno cerebral), paraxantina (mejora el rendimiento físico).

-Tiene efecto analgésico y su consumo resulta agradable a quienes les gusta su sabor.

-Provoca efectos negativos a nivel de la visión pues un consumo excesivo puede provocar glaucoma.

-El ácido clorogénico que contiene el café se considera un buen antioxidante.

Pero no solo hay cafeína en el café; también el chocolate, el té, las bebidas con cola, etc. la presentan en su composición. La cantidad diaria recomendada varía: en adolescentes, unos 200-300 mg. y, en adultos, 400 mg. (4 tazas de café). La sobredosis causa taquicardia, nerviosismo, dolor de cabeza, etc. No se debe combinar con antibióticos o alcohol para evitar reacciones indeseables.

Debemos considerar que, para calcular la ingesta de cafeína que realizamos, no debemos contar únicamente las tazas de café, sino adicionar los demás alimentos que la contienen y no excedernos. También resulta primordial evitar el consumo que los jóvenes realizan y explicarles que no deben tomar esas potentes bebidas cargadas de cafeína.

Los estudios publicados por el American Journal of Clinical Nutrition indican que reduce la posibilidad de padecer diabetes tipo 2 y que no es cierta la asociación entre la cafeína y las enfermedades del corazón. De hecho, el consumo moderado de cafeína reduce la probabilidad de padecer enfermedades coronarias y el nivel de triglicéridos en la sangre. Consulta a tu médico.