El polémico Julian Assange llegó ayer al Festival de Cannes en espíritu -pues él continúa recluido en la Embajada de Ecuador en Londres desde hace cuatro años- y de la mano de la documentalista Laura Poitras, adalid de la nueva generación de filtradores (o whistleblowers, en inglés).

El filme Risk sigue a Assange a lo largo de varios años, aunque se centra en el transcurso del proceso legal contra el fundador de Wikileaks en el Reino Unido, que falló a favor de su entrega a Suecia, lo que motivó que buscase asilo político en la legación ecuatoriana.

La cinta, recibida con aplausos, aborda la lucha de Assange -quien aparece como un idealista que intenta cambiar el mundo- más que la personalidad del activista.