El fotoperiodista estadounidense James Nachtwey, maestro de la fotografía de guerra y comprometido testigo de los desastres humanitarios, fue galardonado ayer con el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2016.

Conocido por sus casi cuatro décadas de trabajo en zonas de guerra, campos de refugiados o ciudades afectadas por catástrofes naturales o ataques terroristas, sus fotografías, mayoritariamente en blanco y negro, están dotadas de una gran lucidez y crudeza.

"Lúcido testigo del sufrimiento humano", James Nachtwey (Syracuse, Nueva York, 1948) "es uno de los mejores reporteros gráficos de guerra de las últimas décadas", según destacó el acta del jurado, que estuvo presidido por el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha.

El jurado ensalzó el compromiso profesional que ha llevado a este reportero a cubrir una treintena de conflictos bélicos y crisis humanitarias "sin abdicar de los principios éticos del informador ni maquillar el dictamen de la cámara".

"Como lúcido testigo del sufrimiento humano, su magisterio se prolonga a varias generaciones de fotoperiodistas de todo el mundo", añade el dictamen.

Su amigo, colega de profesión e integrante del jurado, Emilio Morenatti, incidió en la maestría de Nachtwey a la hora de hacer visible el drama de las injusticias y el sufrimiento humano, "dando voz a los sin voz", en los últimos tiempos metiéndose en el agua para ilustrar la crisis de los refugiados en la isla griega de Lesbos.

Dos veces ganador del World Press Photo (1992 y 1994) y cinco Medallas de Oro Robert Capa (1992, 1993, 1998, 2001 y 2008), entre otros galardones, su primer trabajo en el extranjero fue en 1981, cuando cubrió el conflicto de Irlanda del Norte, en concreto, la huelga de hambre de los integrantes del IRA.

Desde entonces, Nachtwey ha cubierto casi todas las guerras contemporáneas, conflictos y crisis sociales. Estuvo en Líbano, Bosnia, Rumanía, Chechenia, Kosovo, Cisjordania, Gaza, Israel, Afganistán, Somalia, Sudán, Ruanda, Sudáfrica, El Salvador, Nicaragua o Guatemala.

Algunas de sus fotografías se han convertido en iconos del fotoperiodismo, como el primer plano de perfil que tomó a un joven hutu en Ruanda en 1994, cuyo rostro está atravesado por las cicatrices de los machetazos, y que fue merecedora del World Press Photo of the Year Award de ese año.

Nacido en 1948 en Syracuse (Nueva York), pronto se trasladó a vivir a Massachusetts, donde se graduó en Historia del Arte, en el Dartmouth College, y estudió Ciencias Políticas. El impacto de las imágenes de la guerra de Vietnam y del movimiento por los derechos civiles de su país fue determinante en su decisión de convertirse en fotógrafo.

Otra razón fue, según confesó durante su estancia en España el año pasado, el cuadro de Goya de los Desastres de la guerra, cuyas numerosas imágenes le ayudaron a encontrar su camino: "Considero a Goya el padre de los fotógrafos de guerra", mencionó entonces.

El estadounidense comenzó a trabajar como fotógrafo de prensa en 1976 en Nuevo México y cuatro años después, en 1980, se instaló en Nueva York, donde lo hizo para una revista independiente.

En 1984 se incorporó a la revista Time y en 2003 fue gravemente herido cuando cubría la guerra de Irak para esta publicación, al ser atacado en Bagdad el comando del Ejército en el que estaba integrado.

Entre 1986 y 2001 fue miembro de la agencia Magnum, hasta que fundó junto a otros compañeros la Agencia VII.

Sus trabajos han pasado por el Centro Internacional de Fotografía de Nueva York, la Biblioteca Nacional de Francia, el Palazzo delle Esposizioni de Roma, el Círculo de Bellas Artes de Madrid, el Museo de Artes Fotográficas de San Diego, el Culturgest de Lisboa, el Massachusetts College of Art de Boston, la Nieuwe Kerk de Ámsterdam, el Carolinum de Praga y el Hasselblad Center de Göteborg (Suecia), entre otros.