Quedan millones de años para que esto ocurra pero llegará un día en que la estrella engulla a los planetas que más cerca orbitan a su alrededor. ¿Qué hará el ser humano en este momento? ¿Habrá algún lugar seguro en el Sistema Solar?

El científico estadounidense Brian Schmidt desveló en el año 2011 que al Sol le quedaban unos 5.000 millones de años de vida. Sin embargo, previsiblemente antes de que este momento llegue, la vida en La Tierra se hará insostenible.

La fase explosiva de la estrella hará que el planeta sea mucho más caluroso lo que modificará todo el transcurso del agua del llamado planeta azul. La pregunta es, ¿qué ocurrirá con el ser humano entonces? ¿qué otros territorios podrá conquistar esta 'raza inteligente'?

Al parecer, dos astrónomos han encontrado la respuesta a estas incógnitas, tal y como han publicado en su estudio en la revista 'The Astrophysical Journal'. Júpiter y Saturno podrían ser los grandes aliados de la Humanidad a la hora de huir del intenso calor del Sol, o al menos así será si el hombre no encuentra la forma de huir del Sistema Solar.

Buscar refugio en las lunas de Júpiter y Saturno

Los astrónomos aseguran que una vez el Sol alcance sus últimos años de vejez -cuando le queden unos 500 años de vida- empezará a crecer y con ello absorberá a los planetas más cercanos a él: Mercurio y Venus.

La Tierra se encuentra a una distancia prudencial por lo que no tendría por qué ser 'engullida' inmediatamente, pero el crecimiento del Sol haría la vida bastante complicada -por no decir imposible- tal y como ocurre ahora en Mercurio. Una Tierra con los océanos evaporados y la atmósfera destruida será el nuevo escenario del planeta. Marte, que se encuentra algo más alejado del Sol también resultará excesivamente caliente, por lo que habrá que buscar refugio en lugares aún más alejados.

En este sentido, el estudio considera que la Humanidad tendría que llegar como mínimo a Júpiter o Saturno, donde la distancia al Sol sí permitiría la producción de agua. ¿El problema? Se trata de planetas gaseosos y no sólidos como La Tierra. Por ello, los investigadores proponen habitar en sus satélites que, como La Luna, sí son rocosos.

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