Cada vez que una persona enciende un cigarrillo y le da una calada otra fallece, en cualquier lugar del mundo, a causa de alguna enfermedad estrechamente vinculada con el tabaquismo, según los datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que alerta de que cada seis segundos se produce un deceso de ese tipo, lo que equivale a casi seis millones de muertes cada año, aunque se calcula que esta cifra se disparará hasta los ocho millones en 2030.

Solo en España, los cigarrillos causan "unas 60.000 muertes anuales", entre 1.500 y 3.000 "de fumadores pasivos", advierte la Sociedad Científica Española de Estudios sobre el Alcohol, el Alcoholismo y las otras Toxicomanías, que insiste en que el tabaquismo "es la principal causa de muerte evitable en el mundo".

Un cilindro con tabaco contiene ingredientes que originan hasta 4.000 productos diferentes, de los cuales al menos 250 son nocivos, y más de medio centenar probadamente carcinógenos, es decir, provocan cáncer. De hecho, "entre un 16 y 40% de los casos de cáncer se asocian al hábito de fumar", señala la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), que recuerda que el tabaco "es la principal causa de más de una decena de tumores, como los de pulmón, cavidad oral, faringe, laringe, esófago, estómago, cuello de útero, vejiga, intestino, riñón, páncreas y próstata, además de la leucemia mieloide aguda", recalca esta sociedad científica.

La presión social y dos leyes antitabaco han contribuido a reducir el consumo de cigarrillos en España y en la comunidad gallega. El cuerpo, sin embargo, no olvida, y los años enganchados a los cigarrillos pasan factura. Aunque todo el mundo dejara hoy de fumar, seguiría muriendo gente por los efectos de la nicotina. Aún así, los oncólogos insisten en que una retirada a tiempo es siempre la mejor alternativa. "No fumar es, en la actualidad, la mejor medida preventiva frente al cáncer", insisten desde la SEOM, y recuerdan que apagar definitivamente el cigarrillo "también resulta beneficioso frente a otras enfermedades respiratorias y cardiocirculatorias". Los expertos de esta sociedad científica aseguran que los beneficios de abandonar el tabaco "empiezan desde el primer día", y apuntan que, "después de diez años sin fumar, el riesgo de morir por un cáncer de pulmón es la mitad que si se continuase fumando".

En la misma línea se manifiestan desde la Unidad de Tabaquismo del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), y sostienen que "nunca es tarde para dejar de fumar". "El simple hecho de planteárselo ya es importante. Hay que elegir el momento adecuado; no tiene mucho sentido intentarlo cuando se está atravesando una situación de bastante estrés, por ejemplo, en plena preparación de unas oposiciones. Al tabaco hay que ganarle con la cabeza. También es muy recomendable ponerse una fecha límite para dejar de fumar, y planteárselo como un reto", remarcan.

Unos y otros reconocen que los avances conseguidos con la última ley antitabaco "aún no son suficientes", y proponen nuevas medidas para seguir combatiendo esta droga legal, como incrementar el precio de los cigarrillos; prohibir la publicidad y la promoción de todos los productos del tabaco, logotipos y marcas comerciales; y restringir su consumo en los lugares públicos. También instan a "educar a los jóvenes en la importancia de no iniciarse en el hábito de fumar" y "facilitar el acceso a los tratamientos de deshabituación".

La Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (Separ) recuerda, por su parte, que el tabaquismo pasivo puede causar múltiples enfermedades respiratorias y cardiacas en niños y, por ello, plantea la posibilidad de que la exposición al humo del tabaco en los menores pueda considerarse como una forma de maltrato infantil. "Es posible pensar en el tabaquismo pasivo infantil como una forma de maltrato dado el daño sobre su salud que éste inflige", destaca José Francisco Pascual, miembro de esta sociedad científica, quien reconoce que "los daños causados por este tipo de tabaquismo en la población infantil van en aumento, y es la causa de múltiples enfermedades respiratorias infantiles, como el asma y la neumonía, y de patologías cardíacas graves, además de muerte súbita del lactante".