Cuando un niño llega a urgencias con fiebre no existe un método rápido y fiable para diferenciar si esa fiebre se debe a un patógeno vírico (que sólo requiere tratamiento de soporte) o bacteriano (que obligará a instaurar un tratamiento antibiótico). En estos casos el médico solicita un análisis de sangre u otro fluido para comprobar si la muestra contiene patógenos, para lo cual se tiene que esperar unas 48 horas.

"Cuadros como sepsis o meningitis pueden tener un curso fulminante, por lo que diferenciar entre un cuadro vírico o uno bacteriano con rapidez es de suma importancia", señala el pediatra Federico Martinón. Es éste uno de los motivos por el que los facultativos prescriben antibióticos antes de saber si van a hacer efecto, ya que siempre existe el miedo de que el niño regrese en unas horas con una enfermedad grave que se podría haber evitado.

"El uso indiscriminado o preventivo de antibióticos ha conllevado la aparición de los tan temidas superbichos, que unido al abanico limitado de antibióticos disponibles explica por qué es tan importante no sobretratar y racionalizar su uso, y por qué hacemos tanto hincapié en no automedicarse", concluye el pediatra del Hospital Clínico de Santiago Federico Martinón.